Articles publicats per membres del Seminari Taifa

Antoni Puig Solé – ElComun.es 10/09/2022

La energía y sus costes siempre han jugado un papel de primer orden en el cambio tecnológico, en los incrementos de productividad, en los procesos inflacionarios y en la evolución del ciclo económico.

Antes de que se impusiera el modo de producción capitalista, se utilizaban animales como fuente principal de energía. En algunas actividades también se empleaba el agua y sólo excepcionalmente energía eólica, pues el viento era y es inconstante e incontrolable. En los hogares se recurría a la leña tanto para cocinar como para calentarse. La leña también era el recurso energético para hornear el pan.

En sus escritos juveniles Karl Marx ya reflexionó sobre la mercantilización de la leña -incluida la leña caída que antes se podía recoger libremente- lo cual empobreció más a los pobres, dificultando su acceso a lo que era su principal recurso energético. Años después, en El Capital, Marx explicó como el cambio provocado por la introducción de la máquina de vapor incentivó la producción capitalista y el carbón pasó a ser la fuente energética principal de la industria, acelerando la productividad del trabajo. Posteriormente se empezó a utilizar la electricidad, pero Marx no vivió lo suficiente para analizar a fondos los cambios que comportaba.

Si bien siempre ha existido una fuente de energía hegemónica, nunca ha sido única. En la época de la máquina de vapor, por ejemplo, algunas industrias recurrían a la energía hidráulica, lo que significaba para ellas una ventaja comparativa, al no soportar los costes asociados al carbón. Sin embargo, los recursos hidráulicos ya eran entonces exiguos y no garantizaban la potencia hídrica necesaria para girar los engranajes de las nuevas grandes fábricas que cada vez perseguían niveles de productividad más altos.

El paso a formas de energía más densas, como los combustibles fósiles, ampararon los años «más brillantes» de la producción capitalista, garantizando el acceso de los obreros al automóvil y a la energía eléctrica, gracias a los altos incrementos de productividad, lo que avaló una cierta paz social en la parte del mundo más industrializada, mientras crecía la acumulación de capital.

En las últimas décadas ha habido una supuesta apuesta generalizada por la energía limpia a la que se ha destinado mucho dinero del que se han beneficiado algunos capitalistas. El posible agotamiento de los recursos fósiles, los problemas ambientales, un miedo irracional a la dependencia de las importaciones de gas natural ruso y las reticencias hacia la energía nuclear han abonado esta supuesta apuesta. Sin embargo, el porcentaje de energía global generada por los combustibles fósiles apenas ha disminuido del 85,54 al 82,28 por ciento, mientras el consumo energético global no ha cesado de crecer. El grueso de las reducciones de los combustibles fósiles ha venido de la sustitución del carbón por gas natural lo cual ayuda a entender la vuelta reciente al carbón.

La elevación del coste de la energía ha acompañado a muchas de las crisis del capitalismo, pese a que nunca ha operado como el elemento único de la crisis. También es una de las causas que impulsan la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y de la subida de precios, o sea de la inflación.

De hecho, los recursos energéticos son uno de los elementos de la producción más sensible a las fluctuaciones de los precios pues deben emplearse permanentemente y en las cantidades adecuadas para poder garantizar la continuidad de la producción. Estas fluctuaciones provocan trastornos e incluso catástrofes en el proceso de reproducción y todo lleva a pensar que ahora nos encontramos ante uno de estos grandes trastornos.

Es obvio que una de las principales razones que se esconden tras las fluctuaciones de precios es la política occidental contra Rusia.  Las exportaciones de petróleo de Rusia representan el 10% del comercio mundial de petróleo y sus exportaciones de gas natural casi el 20% del comercio mundial. Por otro lado, Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo.

Pese a la supuesta soberanía de la Unión Europea, lo cierto es que los Estados Unidos quieren prohibir a la Unión Europea y a otros países comprar petróleo y gas baratos a Rusia, lo que ha llevado al reciente récord del precio del gas natural. Una parte de esta subida se debe a que los EEUU se está convirtiendo en suministrador de gas licuado a Europa, un gas muy caro obtenido a través de fracturación hidráulica. Otra parte proviene de los laberintos para comprar a escondidas gas ruso, puesto que, pese a las sanciones, en ningún momento no se ha dejado de comprar. Paradójicamente, el principal importador mundial de gas ruso, durante los meses de julio y agosto, fue España, que compró más gas ruso que países tan poblados como India y China. Da risa oír como el presidente del gobierno español quiere presentar a España como un suministrador de gas para “acabar con la dependencia del gas ruso”, mientras se convierte en el principal comprador de este gas.

Mucha gente ya se está dando cuenta del enorme perjuicio que todo esto ocasiona. En diversas ciudades europeas se estén llevando a cabo grandes movilizaciones contra la actuación incendiaria de la Unión Europea en Ucrania y en las que se empiezan a oír gritos demandando la disolución de la OTAN. Este es un camino que la clase obrera de nuestro país debería seguir.

Mucha gente ya se está dando cuenta del enorme perjuicio que todo esto ocasiona. En diversas ciudades europeas se estén llevando a cabo grandes movilizaciones contra la actuación incendiaria de la Unión Europea en Ucrania y en las que se empiezan a oír gritos demandando la disolución de la OTAN. Este es un camino que la clase obrera de nuestro país debería seguir.

Artículo Original: elcomun.es

Antoni Puig Solé – ElComun.es 06/08/2022

En ciertos ámbitos de la izquierda y del sindicalismo la inflación actual es leída como una consecuencia directa de las ganancias empresariales. Se trata del enésimo intento de afirmar que los problemas del capitalismo no proceden de sus propias dinámicas sino de la codicia de unos cuantos, escondiendo que el apetito de ganancia no es una característica pasajera del capital, sino que es persistente.

Lo primero que cabe decir es que estamos ante un vuelco de la tesis tradicional que sostiene que los incrementos salariales provocan inflación. Mientras el discurso de derechas asocia la inflación al salario, el actual discurso «sindical y de izquierdas» invierte el argumento para imputarla a la ganancia.  

En ambos casos, el argumento suele acompañarse de datos reales y contrastables. Ahora, por ejemplo, se destacan las ganancias de las empresas energéticas, las de las entidades de crédito o las de algunas grandes superficies comerciales. Yo añadiría las de las empresas armamentísticas que algunos parece que quieren obviar.  

Sin embargo, en lugar de asociar todas estas gigantescas ganancias empresariales a la inflación, deberíamos preguntarnos si detrás no se encuentran el incremento de la explotación del trabajo, la especulación, las oportunidades derivadas de una coyuntura favorable para ciertos sectores económicos, las situaciones de dominio, el acceso privilegiado al dinero barato…, o los ingresos provenientes de los precios de monopolio, pues hay de todo «en la viña del señor».

Como ocurre al asociar los salarios a la inflación, para asociarla a la ganancia se parte de la dichosa fórmula trinitaria de la Economía Política que quiere explicar los precios como suma de renta de la tierra, salario y ganancia. Así, el precio de la mercancía se derivaría de la remuneración de «los tres factores» que intervienen en su producción y cada «factor» obtendría el equivalente a ‘su aportación», presentando las tres remuneraciones como algo «natural» y escondiendo con ello, la explotación del trabajo asalariado. A partir de aquí, el aumento de los precios se suele imputar al incremento de alguno de sus «factores» y a veces, como ocurre ahora, se añade que es intolerable que «el factor» incrementado obtenga una remuneración por encima de «la tasa natural» adecuada a «su aportación». Este incremento del precio, derivado del incremento «no natural» de uno de «los factores» impactaría sobre los otros dos ‘factores» que no lo avivaron, originando una espiral inflacionaria.

Marx no comparte este planteo. Considera que el valor de todas las mercancías producidas es la suma del valor transferido por unos medios de producción que fueron producidos previamente (a los que rotula como trabajo muerto) y el valor agregado por el trabajo vivo que se distribuye entre salarios y ganancias (incluidas las rentas).

Como que los precios de las mercancías se expresan de manera dineraria, el dinero opera como equivalente general y la depreciación del valor del dinero provoca un aumento en los precios. Esta depreciación del dinero no se puede asociar a los incrementos de la ganancia empresarial o a las mejoras salariales. ¡Responde a otras causas! A lo largo de la historia del capitalismo los salarios y las ganancias se han alterado -a veces rápidamente- sin provocar dinámicas inflacionarias. Por supuesto, una vez iniciada una dinámica inflacionaria como la que estamos viendo, la lucha de clases en torno a la distribución del ingreso debería agudizarse. Los aumentos de precios deberían desencadenar las luchas de los trabajadores para recuperar el poder adquisitivo de sus salarios. Esta debería ser, precisamente, la labor de los sindicatos. Como que esta labor entraña riesgos y sacrificios y precisa de una estrategia robusta, algunos prefieren suplicar un «arreglo del desaguisado» a través de controles sobre los beneficios y los precios. Así se pueden disimular las incapacidades sindicales derivadas de las decisiones erróneas tomadas en las últimas décadas y se abona el terreno para atenuar el conflicto cosiendo un acuerdo con la patronal para que se «comprometa a reducir beneficios» a cambio de una «moderación en los incrementos salariales» que encauce la negociación colectiva.

Como que los precios de las mercancías se expresan de manera dineraria, el dinero opera como equivalente general y la depreciación del valor del dinero provoca un aumento en los precios. Esta depreciación del dinero no se puede asociar a los incrementos de la ganancia empresarial o a las mejoras salariales. ¡Responde a otras causas! A lo largo de la historia del capitalismo los salarios y las ganancias se han alterado -a veces rápidamente- sin provocar dinámicas inflacionarias. Por supuesto, una vez iniciada una dinámica inflacionaria como la que estamos viendo, la lucha de clases en torno a la distribución del ingreso debería agudizarse. Los aumentos de precios deberían desencadenar las luchas de los trabajadores para recuperar el poder adquisitivo de sus salarios. Esta debería ser, precisamente, la labor de los sindicatos. Como que esta labor entraña riesgos y sacrificios y precisa de una estrategia robusta, algunos prefieren suplicar un «arreglo del desaguisado» a través de controles sobre los beneficios y los precios. Así se pueden disimular las incapacidades sindicales derivadas de las decisiones erróneas tomadas en las últimas décadas y se abona el terreno para atenuar el conflicto cosiendo un acuerdo con la patronal para que se «comprometa a reducir beneficios» a cambio de una «moderación en los incrementos salariales» que encauce la negociación colectiva.

Artículo Original: elcomun.es

Roser Espelt – xarxanet.org 22/07/2022

Estagflació, deute global, tipus d’interès… últimament, molts d’aquests termes apareixen als mitjans de comunicació generalistes per explicar la situació actual. Tot i ser qui rep amb més violència les conseqüències de les crisis econòmiques, la majoria de la població es troba desinformada sobre el tema.

Des del Seminari d’Economia Crítica Taifa, un espai dedicat a l’autoformació i la divulgació sobre economia política, pretenen contribuir a la transformació de la societat impulsant el pensament crític des d’una perspectiva anticapitalista i comunitària.

Per què hi ha un desconeixement tan generalitzat sobre economia?

No creiem que sigui una qüestió casual. Hi ha un interès en no oferir un relat adaptat i simplificat. Perquè així, creant un relat allunyat i incomprensible, recobrint-lo de paraules innecessàriament tècniques, s’oculta l’essència política de l’economia.

Si es fes el contrari, la gent s’adonaria que aquestes qüestions no li són alienes i que són injustes. Entendrien que la misèria té uns responsables, i que el fet que hi hagi rics i pobres no respon a cap ordre natural. L’economista Joan Robinson deia: “És necessari aprendre economia, precisament perquè els economistes no t’enganyin”.

Roser Espelt: “El fet que hi hagi rics i pobres no respon a cap ordre natural”.

Últimament es parla molt d’estagflació. Què és exactament?

El terme va aparèixer amb la crisi dels 70. L’estagflació es dona quan es combinen dos fenòmens: la inflació (pujada generalitzada dels preus) i la recessió (disminució de l’activitat comercial i industrial que comporta atur, descens dels salaris i dels beneficis).

Fins al moment no s’havia donat i, de fet, els teòrics havien determinat que aquests dos fenòmens mantenien una relació inversa. És a dir, que quan hi ha més atur, els preus dels productes disminueixen. Per què? Doncs perquè quan hi ha més atur, els salaris també acostumen a baixar i, per tant, també ho fa la demanda de productes —amb la qual cosa, els preus tendeixen a disminuir.

Llavors, com és possible que actualment s’estiguin donant els dos fenòmens alhora?

Actualment, el que està generant pressió inflacionària és el manteniment del marge empresarial en un context d’augment de costos. És a dir: les empreses estan veient que els costos de producció augmenten i, per mantenir els seus beneficis, apugen els preus dels productes.

El que estem veient és això: que els salaris continuen sent baixos, però els preus també estan pujant. Una vegada més, el sistema capitalista fa assumir les conseqüències dels seus problemes a les persones treballadores, mai a les propietàries del capital, que són les qui manen.

Es parla de la pandèmia, de la guerra d’Ucraïna i de l’encariment dels combustibles fòssils com a possibles causes d’aquesta situació. Realment és així?

És cert que tots aquests elements han pressionat a l’alça els preus, però en realitat són explicacions superficials. No es volen assumir problemes que són de caràcter estructural: les decisions de què i com es produeix, i de com es distribueix, no responen a l’objectiu de que tothom tingui el que necessita, sinó a l’objectiu que aquells que han invertit en un negoci determinat n’extreguin el màxim benefici. Al capitalisme el que regeix és el lliure mercat. És a dir, el lliure interès.

Són cícliques les crisis, o estem arribant a un punt de no retorn?

No considerem que siguin cícliques. Cada vegada és més complicat seguir creixent. I no només per una qüestió de limitacions físiques, sinó de rendibilitat: cada cop surt més car créixer. Actualment, ens trobem a una fase molt avançada del procés d’acumulació capitalista.

Roser Espelt: “Ens trobem a una fase molt avançada del procés d’acumulació capitalista”.

Cada cop hi ha laxes més curts de temps entre una crisi i una altra, perquè cada cop és més difícil pel capitalisme superar les seves pròpies contradiccions. És una eterna fugida cap endavant. A més, els mecanismes que apliquem per sortir d’una crisi, són els que ens acaben portant a la següent. Com per exemple, abaixar o apujar els tipus d’interès.

Què són els tipus d’interès?

És l’interès que cobra el Banc Central Europeu -qui té el monopoli de la creació dels diners- als bancs comercials. Si el BCE està cobrant una taxa del 2% al BBVA, per exemple, aquest m’haurà de cobrar a mi un 5% quan demani, per exemple, crèdit per a una hipoteca. Com més alts siguin els interessos, menys crèdits demanarà la gent (es comprarà menys).

Es baixen perquè els bancs tornin a ser fiables, puguin prestar diners i l’economia es reactivi de nou (però un cop recuperat el ritme d’inversió, torna a passar el mateix). S’apugen perquè surti més car endeutar-se i, per tant, la gent consumeixi menys (de manera que, en teoria, baixarien els preus i es controlaria la inflació).

I quan parlem de deute global, de què parlem?

De tot el deute que hi ha al món. L’any 2020 és l’any en què més va augmentar el deute a nivell global des de la II Guerra Mundial, degut a la pandèmia. Però, en realitat, ha estat augmentant exponencialment des dels anys 70.

Aquest deute no es produeix perquè la gent visqui per sobre de les seves possibilitats. Això respon a un model econòmic determinat que s’inicia als anys 70 i que respon a una forma neoliberal d’entendre el món.

Actualment, el deute global equival al 350% del Producte Interior Brut (PIB). Com es tradueix això?

Tot el món hauria de treballar tres anys i mig destintant tots els guanys al pagament del deute. Però tampoc tindria sentit, perquè se’n crearia de nou. El deute global pot ser públic (o sobirà), que seria el que té cada país, o pot ser privat, que és el que tenen les empreses. Ara s’està parlant d’una crisi del deute global: això vol dir que hi ha el perill de no poder retornar el deute. Per això s’augmenten els tipus d’interès.

Com afecta l’estagflació als països del sud global?

Cada país té les seves característiques, però és cert que la majoria porten anys d’espoli de les seves matèries primeres i són dependents de les inversions exteriors per extreure els seus propis recursos.

En context d’estagflació, tenen problemes tant per exportar (perquè ningú els compra, ja que hi ha recessió econòmica), com per importar (degut a la inflació). Així, es troben en una situació de dèficit exterior estructural, que a més a més provoca que la seva moneda es devaluï. És el que hem vist a Sri Lanka: s’ha acabat el petroli, no han pogut comprar més a fora i, per tant, el país ha fet fallida.

Ens estem mobilitzant prou com a societat?

Ara, qui té el poder, l’utilitza per perpetuar l’explotació de les persones treballadores i per destruir l’ecosistema. Si volem canviar les coses, hem de prendre aquest poder. I per això, òbviament, cal organitzar-se i mobilitzar-se. La poca conflictivitat social que hi ha és multicausal (la precarietat, per exemple, pot ser un element desmobilitzador), però té una relació clara amb la ficció generada per part dels polítics segons la qual el canvi passa per un respecte de les normes establertes.

Roser Espelt: “La poca conflictivitat social que hi ha és multicausal”.

En aquest sentit, cal revertir la tendència que hi ha hagut de pensar que la lluita passa senzillament per intentar arribar a les institucions i als espais de poder. Per més que això pugui ser important, no és l’únic que s’ha de fer.

Les solucions màgiques no existeixen, però… quines propostes faríeu per revertir o millorar la situació actual?

S’ha d’apostar per la superació d’aquest sistema injust que condemna a la misèria a la majoria de la població, i que aprofita cada crisi per augmentar les butxaques dels qui més tenen. Tot i així, fent una revisió crítica de les mesures que s’estan aplicant, considerem urgent un control de preus (perquè ara res obliga les empreses a reduir els seus beneficis); el decreixement de tots aquells sectors on no hi tingui cabuda un model de desenvolupament sostenible, i el creixement d’aquells en els quals hi hagi mancances. També cal acabar amb al dictadura del deute.

Ara, però, cap Estat té la voluntat de dur a terme aquestes polítiques. Perquè, per més que reguin amb engrunes les classes populars amb aquestes mesures que ni solucionen ni ens allunyen del problema, estan al servei dels interessos dels qui més tenen.

Si es fes el contrari, la gent s’adonaria que aquestes qüestions no li són alienes i que són injustes. Entendrien que la misèria té uns responsables, i que el fet que hi hagi rics i pobres no respon a cap ordre natural. L’economista Joan Robinson deia: “És necessari aprendre economia, precisament perquè els economistes no t’enganyin”.

Artículo Original: xarxanet.org

Miren Etxezarreta – Publico.es 12/07/2022

Se está presentado ‘el pacto de rentas’ como uno de los más importantes instrumentos para enfrentar el rápido aumento de precios que está experimentando la economía española. Sin más precisiones sobre el mismo, por lo menos para la opinión pública, de que este supondrá el control de los aumentos de salarios y que ‘los márgenes empresariales no aumenten’. Nos señalan, claro, que se trata de evitar que las reivindicaciones salariales y el traslado de las mismas a los precios de los productos conviertan el aumento de precios en una espiral precios-salarios-mayores precios.

¿Qué supone una política de rentas? Que los salarios no crezcan o crezcan considerablemente por debajo del aumento de precios, y, según lo  manifestado por la Sra. Calviño, que ‘los márgenes de las empresas no aumenten’; es decir, que las empresas aceptan mantener sus márgenes, lo que les permitirá no alterar los precios de sus productos, y frenar su aumento, lo que posiblemente incidiría a la baja  en sus beneficios empresariales.

Esta política afecta seriamente la distribución del producto social por lo que se pretende el acuerdo y la aceptación de los agentes sociales -patronal y sindicatos- y se justifica con el argumento que todos tenemos que contribuir a resolver el problema de la inflación y que el coste de la inflación tiene que ser compartido por toda la población de manera justa y equilibrada. No obstante hay algunos elementos que pueden hacer pensar que casi siempre esta política, y desde luego por lo que se sabe su planteamiento actual, sufre de algunos elementos que afectan seriamente esta justicia y equilibrio y que una mayoría de la población -los trabajadores – se ve obligada a soportar desproporcionadamente los costes de la inflación, mientras que los beneficios empresariales pueden eludir con mucha mayor facilidad dicho coste.

Veamos algunos de estos elementos en un contexto en que es sabido que los salarios llevan un largo periodo de congelación o disminución y que la inflación y una política de rentas conlleva la pérdida de su capacidad adquisitiva. Por otra parte, aunque hay grandes diferencias en los beneficios empresariales, no parece que las empresas están experimentando grandes pérdidas, y muchas de ellas, en particular las más grandes y de algunos sectores concretos, están siendo favorecidas por la evolución de la economía en el periodo reciente.

Una política de rentas conlleva siempre un desequilibrio importante en dos aspectos: uno, ¿quién ejecuta y controla los acuerdos suscritos? Y dos, ¿qué pasa con las rentas que han sido controladas?

Uno, no hay problema con el control de salarios: son bien conocidos pues son declarados en las nóminas y las empresas lo ejecutan, dado que tienen interés en mantener bajos los salarios, pero ¿quién controla los márgenes empresariales? Su fijación puede seguir vías muy variadas y difíciles de controlar y, además, por definición el resultado empresarial es un resultado aleatorio a posteriori de la actividad empresarial. Difícil de controlar, también por definición Además, si los márgenes empresariales se mantienen, no disminuyen,  no conducirán a una disminución de precios. ¿Cómo se proponen controlar todo esto, quien lo comprobará?  ¿Se tiene la suficiente confianza en las declaraciones de las propias empresas o se propone algún sistema eficiente de control?

Dos: los trabajadores que pierden su capacidad adquisitiva la pierden, no la recuperan. Es un hecho. Y la empresa puede incluso convertirse en mas eficiente debido a ello. Es el objetivo de la política de rentas. Sin embargo, probablemente el control de márgenes suponga un mantenimiento o incluso, un aumento de beneficios que, aunque no sean distribuidos mejora la situación económica de la empresa y posiblemente su patrimonio empresarial. Y este sigue siendo propiedad de la empresa y los accionistas. Es decir, los trabajadores pierden lo que no reciben, los accionistas acumulan. Esta diferencia habría de tenerse en cuenta si se pretende cualquier política de rentas justa y proveer de algún mecanismo que equilibrase tan importante diferencia. No basta con no aumentar los márgenes sino que se habría de tener en cuenta la distribución de lo que se ahorra con la política de rentas y proveer mecanismos de devolución de lo ahorrado a los trabajadores. ¿Existe alguna provisión por este concepto en la propuesta? De lo que conozco, nunca he visto que se incluya ninguna anticipación de este carácter en ninguna política de rentas, pero eso no quiere decir que no deba existir para que el desequilibrio en los resultados de dicha política no sean muy injustos.

La política de rentas es mucho más costosa para los trabajadores en términos de salarios perdidos que para las empresas en términos de potenciales beneficios dañados.

Otro elemento importante a tener en cuenta es que España presenta cifras en línea con la subida de precios internacional, pero algo más altos que muchos países europeos. ¿Cuáles son los factores diferenciales que causan esta divergencia? No es el coste laboral, por tanto, ¿no habría de centrarse la atención en analizar cuáles son los aspectos que disminuyen la eficiencia del sistema productivo? Sería interesante profundizar en por qué el aumento de precios internacionales resulta en un alza superior en España.

También hay que preguntarse si este desigual pacto es necesario o un buen instrumento para resolver la inflación que nos atenaza.

Suponemos que la lógica de esta propuesta, estrictamente dirigida al ámbito estatal, se orienta más a paliar las consecuencias del aumento de precios que a incidir en sus causas, en un contexto en que es ampliamente reconocido el carácter internacional de las causas principales del aumento de precios: cuellos de botella de la oferta de productos muy fundamentales, precio y dificultades de los transportes internacionales, aumento del precio del petróleo (hasta estos días en que este ha girado a la baja), el gas y algunas materias primas básicas, más la incidencia en todos estos elementos de la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia. Es una inflación que afecta por lo menos a Estados Unidos y toda Europa. ¿Hasta dónde un control de rentas estatal puede ser significativamente eficiente en este contexto global? Pero ello no es óbice para recurrir a una medida muy onerosa para los trabajadores, con muy pocas garantías que la misma consiga incidir en las causas que llevan a la inflación.

Parece contradictorio que en una inflación en que, con bastante claridad, son los elementos de oferta los que están en la base de la misma, las dos principales medidas que se proponen para resolverla sean el aumento de los tipos de interés a nivel internacional, y el pacto de rentas en el ámbito estatal. Dos medidas dirigidas a controlar la demanda y que se acepta que pueden causar una disminución de la actividad económica y del ritmo productivo y de crecimiento, con un grave peligro de causar una importante recesión. ¿Y si se vuelve a deteriorar de nuevo la situación del empleo de la que tanto está costando salir?  Los asesores que recomiendan estas medidas, ¿cómo establecen la secuencia que conduce a una solución? Las medidas que se quieren tomar para controlar la inflación estén más dirigidas a paliar sus consecuencias -aspecto también totalmente necesario- que a atacar las causas de la misma. Es necesario y parece lógico que se traten de paliar las consecuencias de la inflación para la población, pero no parece que es bueno un camino que afecta desproporcionadamente a los trabajadores y les hace correr un peligro de verse envueltos en un problema todavía mayor, como el del empleo y los niveles salariales que para muchos trabajadores están llegando a niveles muy bajos. Además de más y mejores medidas de apoyo a los más débiles, imprescindibles porque no se consigue frenar la inflación, habrían de aplicarse medidas más eficientes dirigidas a facilitar el control y aun la disminución de precios aunque sea en el interior. ¿No sería más útil intentar mejorar la eficacia del sistema productivo, de las empresas, para producir a menor coste, sin que sea el laboral el único coste que parece importar? Es curioso que se le conceda tanta importancia a esta medida, cuando es obvio que en esta ocasión, como se hace con frecuencia, no se puede acusar a los salarios de ser los causantes del aumento de precios y que su valor para controlar la inflación es dudoso. Es difícil dejar de preguntarse si no habrá otros objetivos menos publicitados que constituyan el  propósito final de esta política.

Todas las medidas que se están tomando para controlar la inflación están mostrando pobres resultados. Esta inflación parece que está demostrando que en una economía capitalista, tan globalizada como la actual y tan descentralizada respecto a los mercados y con serias limitaciones respecto a las decisiones que se pueden tomar de carácter económico-político en los países, es muy difícil encontrar remedios factibles a nivel estatal. La evolución económica depende de variables inaccesibles para cualquier unidad independiente -país-, que se encuentra sometida a los avatares resultantes de las disposiciones de unidades de decisión enormemente potentes, muy alejadas de los objetivos de una situación satisfactoria para las poblaciones y los trabajadores de los distintos países.Pretender manejar esas situaciones para el bienestar de la población parece un objetivo cada vez más complicado y quimérico A los que no nos queda más remedio que aguantar todas las dificultades que los grandes poderes ocasionen a las poblaciones de a pie parece que sólo nos queda intentar aguantar hasta que la próxima evolución de la economía global nos permita beneficiarnos de los cada vez más cortos periodos de progreso que se intercalan entre las crisis. Es probablemente en la consciencia de las poblaciones que perciben esta realidad donde se puede encontrar la fuente de la desafección de las poblaciones por la política. Pero esto lo dejamos para otro día.

Todas las medidas que se están tomando para controlar la inflación están mostrando pobres resultados. Esta inflación parece que está demostrando que en una economía capitalista, tan globalizada como la actual y tan descentralizada respecto a los mercados y con serias limitaciones respecto a las decisiones que se pueden tomar de carácter económico-político en los países, es muy difícil encontrar remedios factibles a nivel estatal. La evolución económica depende de variables inaccesibles para cualquier unidad independiente -país-, que se encuentra sometida a los avatares resultantes de las disposiciones de unidades de decisión enormemente potentes, muy alejadas de los objetivos de una situación satisfactoria para las poblaciones y los trabajadores de los distintos países.Pretender manejar esas situaciones para el bienestar de la población parece un objetivo cada vez más complicado y quimérico A los que no nos queda más remedio que aguantar todas las dificultades que los grandes poderes ocasionen a las poblaciones de a pie parece que sólo nos queda intentar aguantar hasta que la próxima evolución de la economía global nos permita beneficiarnos de los cada vez más cortos periodos de progreso que se intercalan entre las crisis. Es probablemente en la consciencia de las poblaciones que perciben esta realidad donde se puede encontrar la fuente de la desafección de las poblaciones por la política. Pero esto lo dejamos para otro día.

Artículo Original: blog.publico.es

Antoni Puig Solé – ElComun.es 27/06/2022

Los precios están subiendo día tras día. Ante esta subida, la clase obrera sólo tiene dos alternativas: o luchar para defender su nivel de vida o empobrecerse.

La prensa oficial presenta cada trastorno económico como un acontecimiento único provocado por factores externos. Ahora dicen que la guerra en Ucrania es la fuente de la inflación y dirigen las miradas hacia Putin. Antes, el causante de los problemas fue la pandemia, de la que inicialmente acusaron a China. Estos acontecimientos tienen un papel importante, pero no son la causa principal de la inflación. 

Una primera causa se encuentra en el intento de larga duración de la burguesía de combatir la crisis estimulando el consumo y promoviendo las inversiones inyectando grandes cantidades de dinero a la economía. Si la oferta monetaria aumenta sin producir más valor, el dinero pierde valor y los precios suben. Por lo tanto, las condiciones para la inflación ya estaban instaladas antes de la guerra. Sin embargo, como el dinero no fluyó a la producción sino a la especulación debido a la falta de oportunidades de inversión rentables, en un primer momento sólo aumentaron los precios de los inmuebles más bien ubicados, de las acciones con altas expectativas de ganancias y otras inversiones raras como las criptomonedas.

El coronavirus agravó la situación. Los gobiernos capitalistas abrieron los grifos de dinero para evitar un colapso total de la economía y se inyectaron cantidades colosales de dinero en la economía global. En muchos sitios, el dinero incluso se distribuyó directamente a la población, para evitar revueltas. La paralización de una parte de la producción durante el confinamiento y el aumento de la demanda después, ocasionaron problemas de suministro y escasez de ciertos componentes, debido a la anarquía del mercado capitalista y las complejas cadenas de producción que han prosperado en las últimas décadas. La falta de oferta provocó una dinámica de aumentos de precios. La guerra en Ucrania con todas sus consecuencias, especialmente para los precios de la energía y los alimentos lo agravaron.

Sin embargo, uno de los elementos que ha afectado negativamente los precios de la energía, no se encuentra en la guerra en Ucrania, sino en una de las causas que la han provocado. Europa occidental estaba comprando gas a Rusia y había logrado unos buenos contratos y construido infraestructuras para asegurar el suministro. Pero los EEUU quiere obligarla a comprar gas natural licuado caro a empresas norteamericanas y en parte ya lo consiguió antes de la guerra. Esto puso a los capitalistas alemanes y otros europeos en desventaja competitiva al aumentar sus costes individuales y este aumento de costes repercutieron sobre los precios de las mercancías.

Si bien la guerra no ha sido la causa de la inflación, la estratagema económica y financiera mundial lanzada contra Rusia por los EE.UU. y la OTAN la han agravado. Ahora EEUU exige a sus satélites de Europa occidental que dejen de comprar a Rusia, no sólo gas natural como venían insistiendo antes, sino también petróleo, fertilizantes, grano, metales y otras materias primas. Muchos capitalistas europeos son conscientes de que estas exigencias son perjudiciales para ellos. Sin embargo, resistir las demandas de Estados Unidos requeriría que la Unión Europea encontrara la manera de cortar su vínculo con la OTAN y esto es poco probable. Esta subordinación a los EE.UU. conlleva, no sólo el aumento de los precios de la energía, sino que afecta también a diversas ramas de la industria y a los precios de los alimentos.

Para combatir la inflación, los bancos centrales acostumbran a aumentar los tipos de interés. Sin embargo, si ahora suben los tipos, las inversiones, que ya son bajas, seguirán bajando. Sin préstamos baratos, las deudas, que en los últimos años han tomado proporciones gigantescas en todos los ámbitos, ya no se podrán pagar. Los estados más endeudados deberán pagar más intereses y se los deberá rescatar, lo que agravará la situación. La clase trabajadora, si no reacciona, sufrirá con más fuerza los efectos de todo ello. 

En un artículo anterior dedicado al aumento del salario mínimo, expliqué que los incrementos salariales no acrecientan los precios. Ahora, los economistas oficiales recomiendan moderación salarial para no agravar más la dinámica inflacionaria y puede que los sindicatos acaben aceptando este argumento perverso. Tras la pandemia, el paro se ha reducido y muchos trabajadores están dispuestos a ir a la huelga para mejorar sus condiciones laborales. Ninguna de estas luchas va a provocar más inflación.

Los trabajadores debemos ignorar los consejos de los economistas oficiales de limitar las demandas salariales con la excusa de reducir los precios. Eso no funcionó en el pasado y no funcionará ahora. Tampoco debemos poner esperanzas en los controles de precios del gobierno para detener la inflación. Aunque se impongan controles, no se garantizará el poder adquisitivo de nuestros salarios. Si no reaccionamos, los patrones nos aplastarán a nosotros y a nuestros sindicatos. Esta es una lección que ya deberíamos haber aprendido. Ningún capitalista dejará de sacar provecho a la hora de vender sus mercancías. Tampoco nosotros, vendedores de nuestra fuerza de trabajo, debemos hacerlo.

Article original: elcomun.es

Imatge: capitalism also depends on domestic labour

Isabel Benítez Romero i Xavier García – Catarsi 09/05/2022

La reactivació d’un front de masses de caràcter feminista en la darrera dècada ha revitalitzat debats de caràcter analític i polític que havien quedat postergats durant els 2000, malgrat l’agenda dels organismes internacionals s’omplia d’objectius i fites respecte la igualtat entre homes i dones, la lluita contra feminització de la pobresa i l’apoderament femení.

Volem compartir una reflexió que es gesta en aquest context i en la insatisfacció respecte les anàlisis i marcs explicatius que hi havia sobre la taula. Una d’aquestes insatisfaccions tenia a veure amb el (mal)tracte que rebia l’anàlisi marxiana pel gruix de l’activisme feminista. L’aparició de la literatura de la «reproducció social» va donar empenta al debat al si del Seminari d’Economia Crítica Taifa i ha nodrit la nostra reflexió, la qual neix de diverses incomoditats: respecte la crítica vulgar a les categories marxianes; respecte a llocs comuns no debatuts al voltant de la divisió sexual del treball, respecte la «cerca» del subjecte revolucionari segmentat arreu (també dins del camp de l’alliberament del sexe/gènere) i les propostes polítiques hegemòniques que se’n deriven.

I alhora també respon a diversos desitjos: posar a prova el marc marxià per mirar quin abast o quines limitacions presenta per donar compte del treball domèstic, l’aspecte més assenyalat com a crític en l’opressió de les dones de la classe treballadora en les societats capitalistes; i també tensionar les crítiques i aportacions al respecte realitzades des del camp del «feminisme marxista/socialista» o «anticapitalista», en un sentit prou ampli, que inclouria des de l’escola de Dalla Costa i Federici fins la branca esquerra de l’Economia Feminista. Corrents que, malgrat les diferències, tenen en comú la lletania sobre la insuficiència del pensament de Marx per tractar l’emancipació de les dones.

En tant que pensador de la vida i la llibertat, vam considerar necessari reivindicar el pensament de Marx en l’anàlisi de qüestions que tenen a veure amb la reproducció de la classe treballadora. Però no és una reivindicació retòrica, voluntarista, sobre eslògans i llocs comuns. El treball que vam fer —i del que presentem unes ratlles com aperitiu— pretén desplegar-se des de la meś crua anàlisi dels elements teòrics, encara que això pot comportar una abstracció poc amiga de la divulgació, però va ser una aposta per cenyir-nos, dins les nostres possibilitats, al desenvolupament que ens ofereixen les categories marxianes originals i no a les categories marxianes «filtrades» per la divulgació feminista.  

Algunes hipòtesis contraïntuitives

El propòsit el present article és enunciar les tesis a les que hem arribat en el plànol analític i algunes de les seves possibles conseqüències polítiques. Aquest exercici però, per part nostra, no està complert i està obert al diàleg fraternal. D’altra banda, la nostra reflexió tampoc no neix en el «no-res», es connecta amb les reflexions de Lise Vogel i de Michael Lebowitz.

Actualment les anàlisis hegemòniques  sobre la «qüestió de la dona» o «l’opressió sexual/gènere» d’inspiració anticapitalista en un sentit ampli, es basteixen sobre un apriorisme teòric: L’aceptació (implícita o explícita) de què la dominació masclista, masculina, de les societats capitalistes contemporànies i, per tant, que la situació de les dones de la classe treballadora en les societats capitalistes contemporànees, té una explicació particular respecte la dinàmica del capitalisme internacional.

Aquest particularisme es reflecteix, per exemple, en la separació analítica de la condició social de les dones de la classe treballadora respecte de la del conjunt de la classe. Aquesta segregació en l’anàlisi emana de l’aplicació d’una premisa inicial: la divisió sexual del treball. També té una traducció política en el debat sobre «els subjectes revolucionaris» o «subjectes de lluita», en virtut del qual se subratlla la potencialitat política específica de les dones de la classe treballadora. Val a dir que aquesta acotació a «dones de la classe treballadora» és un xic inestable en els relats a l’ús ja què, sovint es col·lapsa aquesta condició de classe a la del conjunt de les dones o si més no, a la majoria de les dones (feminisme del 99%), és una acotació sovint voluble a nivell discursiu i polític.

La nostra reflexió no nega l’especificitat de la situació de les dones de la classe treballadora. Tanmateix, la matriu de la nostra anàlisi no parteix de les dones, ni de la divisió sexual del treball, ni d’un sistema sexe/gènere a priorístic, sinò de la categoria treball i la seva íntima relació amb la llibertat. És a dir, fonamentant-nos en la forma en què el mode de producció capitalista configura el treball, fent impossible (dins aquest mode de producció) el seu control social global i, per tant, el seu desenvolupament de forma autènticament lliure i conscient, trobem un marc explicatiu per al menysteniment social  d’un conjunt de treballs orientats a la satisfacció de les necessitats i no a la valorització del capital. Activitats que inclouen tot allò que, breument, anomenem «treball domèstic no remunerat» o «no mercantilitzat», on efectivament, les dones de la classe treballadora hi són sobrerrepresentades, però on també apareixen altres segments del proletariat internacional.

Començar a partir de la categoria treball

L’anàlisi marxiana s’articula entorn a la categoria del treball en la mesura que aquest és el principal element constitutiu del desenvolupament de la vida humana i del desplegament de la llibertat. Això no obstant, Marx en la seva obra cabdal no desenvolupa a fons la qüestió antropològica, sinó que  més aviat és el terra que es dona per suposat. Aquest plantejament té sentit en la mesura en què El Capital tracta d’explicar perquè el treball no pot constituir-se com a tal en tot el seu potèncial emancipatori:  per què no pot desenvolupar-se plenament la vida, què és el que impedeix constituir una societat lliure, per què la relació de l’ésser humà amb la naturalesa, la seva pròpia i l’externa, queda sistèmicament restringida. En síntesi, l’obra de Marx, és en el fons, la reflexió conseqüent d’un pensador de la llibertat i la vida, que per evitar caure en essencialismes, no té altre remei que explicar el no-ser del seu desenvolupament.

La referència de Marx a la vida i la llibertat es dona de forma indirecta, en la mesura que com dèiem, del que es tracta en la seva obra és d’explicar la seva limitació en el capitalisme. És per aquest motiu que eslògans com «posar la vida al centre» o «la contraposició capital–vida» no poden ser establerts com un punt de partida de la nostra anàlisi. Considerem que la comprensió de les dificultats de reproducció de la classe treballadora —la que es realitza a l’àmbit domèstic i més enllà d’aquest— descansa sobre un fonament més sòlid si les estudiem a partir de la forma característica que pren el treball en el capitalisme: el treball abstracte, la substància que constitueix el valor. En estirar del fil de les dimensions en què el treball es fa abstracte en el capitalisme trobarem, en primer terme, la seva contraposició al treball concret —aquell que es duu a terme amb uns procediments, eines, temps, etc., concrets, i que té com a resultat un valor d’ús, és a dir, la satisfacció d’alguna necessitat—. En el capitalisme aquesta dimensió del treball és subsidiària de la seva vessant abstracta —la substància valor—, o dit més planerament, en les economies capitalistes la satisfacció de necessitats està supeditada a la valorització del valor. I aquesta subordinació ens porta a aspectes rellevants com que les relacions socials i les qualitats del treball es presenten com a relacions i qualitats de les coses, donant lloc a una societat fetitxitzada i reïficada,on el món social —en tota la seva amplitud i diversitat— es desplega en funció de l’acumulació de capital.

És aquesta anàlisi la que ens porta a la tesi de què la reproducció de la classe treballadora queda desplaçada per l’abstracció del treball, de tal manera que la classe productora perd el control de la seva pròpia reproducció, que es realitzarà mitjançant el salari (és a dir, el mercat), la provisió estatal i el treball domèstic no mercantilitzat. Així, el control dels mitjans de producció queda lluny de les seves mans, i els fruits del seu treball, produïts per la seva relació com a força de treball amb aquests mitjans de producció, es tornen contra la pròpia classe treballadora, rehabilitant amb cada cicle productiu la seva subordinació. Pel que fa al treball domèstic no mercantilitzat, en trobar-se fora del circuit de valorització del capital, resultarà exclòs del canal central de la força productiva social, i es realitzarà amb  mitjans de producció pobres i subsidiaris, atomitzats i aïllats que conduiran a tasques repetitives, empobrides, que reforcen la subordinació i impotència política de la classe treballadora en nodrir jerarquies i violències al seu si . Finalment, la provisió estatal mitjançant serveis públics i ajuts —amb contradiccions i tensions— abundarà en la reducció dels éssers humans a la seva condició de força de treball i en la perspectiva política que separa l’esfera de la producció dels seus efectes en l’esfera social.

Algunes conclusions polítiques

Aquest enfocament ens porta a diverses tesis d’impacte polític. En destaquem dues. Tots els processos i lluites que permeten albirar o que tensionen la millora de les condicions de vida de la classe treballadora més enllà de la condició de força de treball (empleable o prescindible), el que a «Más allá de El Capital» Lebowitz anomena «reproducció ampliada de la classe treballadora per a sí»van més enllà del «treball domèstic» i de les dones de la classe treballadora.

Podem defensar que l’emancipació de la relació social capitalista, el ple desplegament de la potència social al servei de les necessitats humanes és la clau de volta de la llibertat humana, això és del control de les seves determinacions socials i individuals, sent especialment «beneficiaris» d’aquesta emancipació els segments de la classe treballadora centrifugats a aquestes funcions de «reproducció empobrida», el gruix de les quals són dones, efectivament, però també població migrant, racialitzada o ubicada en posicions de subordinació social afegides —però no substitutives—  a la condició de classe.

Aquesta visió ominicomprensiva atorga solidesa a la intuïció d’una part de l’activisme feminista anticapitalista de què no hi ha emancipació possible dins les coordenades del capitalisme . Si la lluita contra la «crisi de cures» no aborda l’entrallat del mode de producció capitalista, el màxim a què pot aspirar és a estimular el desplaçament de les opressions a altres segments de la classe productora, amb el conseqüent impacte en la consciència de classe o la unitat d’acció política. Aquest fenòmen ha succeït per exemple amb els processos d’assalarització de les proletàries al centre imperialista i l’expansió de les «cadenes internacionals de cures» amb les migracions associades a l’atenció a persones depenents. El corol·lari d’aquesta tesis és que, malgrat els processos «de reproducció ampliada» de la classe treballadora recauen amb més intensitat en les dones, no són processos perifèrics de la lluita de classes (des de la perspectiva de la classe treballadora) sinó nuclears. Per tant, aquesta opressió específica no es una mena de «supervivència cultural» o de modes de producció precapitalistes que es pugui doblegar mitjançant la «sensibilització» o el «voluntarisme polític», i tampoc no es pot reduïr a una «cosa de dones», doncs interpel·la el conjunt de la classe treballadora i al conjunt del capitalisme com a mode de producció.

Els processos «de reproducció ampliada» de la classe treballadora (…) no són processos perifèrics de la lluita de classes (des de la perspectiva de la classe treballadora), sinó nuclears.

Aquesta anàlisi per tant, polemitza amb l’estat convencional de la qüestió del treball domèstic en el camp feminista i, especialment amb les conegudes com a «teories duals», aquelles que juxtaposen a la dinàmica del capitalisme un altre sistema de «poder» o de «dominació» equipotent i paral·lel (sovint anomenat «patriarcat», malgrat l’abús anacrònic del terme; sovint identificant la família com a sistema de reproducció paral·lel al capitalisme com a sistema de producció). Efectivament, creiem que partir de la noció «treball» en comptes de la noció «dona» (o la divisió sexual del treball) aporta més solvència explicativa a l’especificitat de les dones de la classe treballadora en les societats capitalistes contemporànies, ja que articula la subjugació (i per tant l’emancipació per sexe/gènere) amb la dinàmica nuclear del capitalisme. És a dir, permet analitzar l’inextricable lligam entre producció i reproducció per concretar, a partir d’aquesta base, els mecanismes (opressions, dominacions, subjugacions, repressions, etc.) que constitueixen els estrats socials i configuren la societat en conjunt.  

Finalment, enunciar que l’opressió de les dones treballadores opera en virtud de dos sistemes ens sol ubicar, de nou, en un territori on les relacions socials de producció sovint esdevenen un «eix més» dins d’una mena de retòrica interseccional. Sense dubte són teoritzacions  força versàtils pels relats i estratègies polítiques que subratllen una opressió de sexe/gènere interclassista (tot i què després es parli de les dones treballadores). Políticament aquests fonaments teòrics llisquen cap a programes pal·liatius de caràcter sectorial i de tall individualitzador (ajuts per a persones amb certs atributs, per exemple),  no articulen estratègies polítiques de classe confrontatives, sinò més aviat de caràcter defensiu i sovint pensades des de i per al centre imperialista al voltant de la política parlamentaria. Creiem, en canvi, que el valor de l’articulació analítica i conceptual que plantegem rau també en que és una eina per avaluar el potencial i les limitacions de les polítiques reformistes a mitjà termini en tant es visualitzen els riscos d’aprofundiment en competició entre opressions, i en tant revitalitza la necessitat d’estratègies superadores i impugnadores del capitalisme com a totalitat.

Article Original: catarsimagazin.cat

Des de Taifa fem públic aquest dossier per una educació econòmica crítica i plural, treballat per membres de taifa i altres col·laboradores. El dossier es pot descarregar en català o castellà des dels següents links:

Aurèlia Mañé Estrada

El 2016, quan ja eren palesos els efectes de la nova onada de la crisi capitalista en el conjunt de la societat, el Seminari Taifa vam publicar un informe sobre la despossessió de la vida quotidiana. Presentàvem els processos de despossessió com l’establiment de mecanismes per a la transferència de renda, patrimoni o actius des de determinats col·lectius envers d’altres i l’espoli de determinats espais i recursos naturals. En aquell informe ja hi dedicàvem, molt pertinentment, un capítol a la factura (o el preu) de l’electricitat. El fet d’incloure aquest tema en un informe sobre la dinàmica de despossessió en el capitalisme explica en sí mateix com entenem a Taifa el que passa amb la factura de la llum. Com explicarem, l’import que hi figura i les partides que hi conté són el resultat d’un joc de poder, entre els accionistes de les elèctriques i la resta de la societat -polítics inclosos-. En aquest joc les companyies elèctriques disposen dels mitjans d’acció per a aconseguir que el sistema elèctric es dissenyi i financi en benefici propi, encara que sigui al preu d’empobrir als altres i d’espoliar el territori. Aquests mitjans passen per amenaçar amb un tall de llum massiu, com ha passat recentment; comprar els polítics que legislen amb les “portes giratòries”; o finançar infinitat d’actuacions socials, culturals i esportives, entre d’altres.

És en el marc d’aquest joc de poder en el que s’ha d’analitzar la situació actual d’augment constant del preu de la llum i de repercussió del mateix en els preus al consum i, per tant, en la renda i capacitat adquisitiva de les persones. Per tal de fer aquesta anàlisi de forma molt breu, en aquest bloc explicarem les següents qüestions. En primer lloc, explicarem que el preu de l’electricitat és un preu polític; en segon lloc, per què enguany, s’ha generar una situació que ha propiciat aquest augment del preu?, i per últim, relacionarem aquest fet amb la inflació i l’escenari que albirem.

1. El preu de l’electricitat (com qualsevol altre) és un preu polític.

Des del punt de vista de l’economia política, qualsevol preu és el resultat de unes determinades relacions socials, les que es generen a les fàbriques i empreses quan es produeixen els bens i serveis, com les que es fan paleses quan es compren les coses, entre venedors i compradors. En el cas de l’electricitat aquestes relacions son un pèl més complexes, ja per a arribar a un preu únic del Kw/h que finalment s’acaba pagant hi ha d’haver uns acords (imposats o consensuats). A grosso modo els preus son el resultat d’un acord polític -un contracte social- pel qual qualsevol ciutadà/na, qualsevol empresa o qualsevol servei d’un determinat territori polític tindrà accés en les mateixes condicions a l’electricitat, independentment del seu origen. És a dir, que independentment de la font per generar electricitat (sol, aire, corrents fluvials o marines, urani, carbó, gas o petroli) i sense tenir en compte quan lluny o a prop, geogràficament, es troba una persona o empresa, si aquestes pertanyen al mateix espai o territori polític (país), tothom pagarà el mateix preu.

En general, desprès de la Segona Guerra Mundial, a la majoria del llavors anomenat “Primer Món” van establir-se tarifes “públiques” ja que el subministrament de l’electricitat es considerava un servei públic nacional, un bé essencial per a la vida de les persones i per a les necessitats de la producció.

2. Per què des de fa uns anys els preus de l’electricitat no paren de pujar?

Hi ha tres raons fonamentals per les quals els preus no paren de pujar. La primera son els successius canvis de legislació i regulació, que han augmentat considerablement el poder de les elèctriques i, per tant, la seva capacitat de decidir a qui es subministra i a quin preu.

De fet, des dels anys 1990 la legislació ha alterat les relacions de poder entre les grans empreses elèctriques privades, el que anomenem «l’oligopoli elèctric» (Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP y Viesgo-Repsol), les empreses més petites del sector, les altres empreses i la ciutadania en general. Aquest reduït grup d’empreses cada cop controla una major quota de mercat (en l’actualitat quasi bé el 90%); té una major capacitat d’influir en lleis que les beneficien a elles i perjudiquen a qualsevol possible competència (com per exemple l’impost del sol o incloure determinades partides en la factura elèctrica) i tenen la potestat de decidir quines instal·lacions i infraestructures elèctriques són o no “necessàries” i a quin preu les hem de pagar (des de la xarxa a les centrals de cicle combinat, passant pels parcs eòlics i solars, però també els comptadors de casa nostra).

La segona raó és que la liberalització que es va du a terme als anys 1990, va conduir, entre d’altres a la creació d’un mercat elèctric majorista, en el que les empreses que ens “venen” la llum per a les nostres llars o determinades empreses, han de comprar l’electricitat, per a poder-la comercialitzar desprès. Aquest mercat, és el que s’anomena un mercat marginalista i de cassació. En termes pràctics això vol dir que el preu al que es fixa la llum (aquest que des de fa uns mesos cada dematí ens anuncien) és el preu del darrer Kw/h que es demanda. Així, si en un dia (i és un exemple, simplificat) el 99,9 % de les necessitats d’electricitat es poguessin cobrir amb fonts d’origen renovable, però per a subministrar el 0,1% mancant s’hagués de recórrer al gas, que és més car, el preu final que al que es ven tota l’electricitat seria el del gas i no el de les renovables.

Per entendre-ho (vegis gràfic adjunt), tal com està organitzat aquest mercat, l’oferta (l’electricitat que es genera) ha d’anar “entrant” al mercat des de la més barata (les renovables en les que generar un Kw/h addicional amb sol o aire hauria de tenir un cost marginal – addicional – nul, ja que ni el sol ni l’aire es paguen) a la més cara, que en aquest moment sembla ser la que es genera a partir del gas. Entre mig, per ordre de menor cost marginal a major, hi hauria la hidràulica, la nuclear, la tèrmica de carbó i les centrals de cicle combinat de gas.

Grafic: esquema de funcionament del mercat elèctric

Font: https://energeticafutura.com/blog/

Les línies blava i verda del gràfic ens indiquen quanta electricitat es necessita o es vol comprar, i la tecnologia que marcarà el preu. De fet, es pot jugar amb aquest gràfic, imaginant que tots els Kw/h (el que apareix com a volum d’energia en l’abscissa del gràfic) es generessin i tinguessin origen renovable o hidràulic, o que la demanda fos menor. En aquest cas, el preu de l’electricitat seria proper a zero, però si pel que fos, per no tenir prou capacitat de generació a partir de fonts renovables o perquè es necessita utilitzar un volum molt alt d’electricitat (per un pic de fred o calor, per un augment inesperat de l’activitat econòmica…), tota l’electricitat emprada es pagaria al preu del cicle combinat de gas o de fuel.

Aquesta forma de mercat és molt discutible, però en la situació d’oligopoli, el poder de mercat que té un grup reduït d’empreses elèctriques és pervers. La raó és que les “elèctriques”, tenen capacitat per a influir sobre la quantitat venuda i comprada en aquest mercat. Com? Per exemple, generant escassedat artificial (aquest estiu es varen buidar pantans) per tal de simular que no hi ha prou capacitat de generació elèctrica (en una onada de calor) i que s’ha de recórrer a l’electricitat que es genera amb tecnologies més cares, sobre les quals no es controla el preu de la font (com el gas o el petroli). Com de fet, per ser les principals comercialitzadores, també podrien inflar la demanda i simular que es necessita més capacitat de generació de la que realment necessitem. Per tant, el que estem dient, és que ens trobem davant d’una forma de comprar i vendre l’electricitat en la que es pot capturar molt fàcilment si es té el poder -de monopoli- suficient.

La tercera raó -si es vol és més conjuntural- és la pujada del preu del gas, aquests darrers mesos, que es podria convertir en estructural o permanent.

La pujada del preu de gas aquest darrer temps és el resultat de la transformació que està experimentant el comerç mundial del gas. Fins fa relativament poc, la major part del comerç del gas era regional (per exemple el d’Algèria anava cap a Itàlia, França i la Península Ibèrica), es transportava per gasoducte i estava basat en contractes a molt llarg termini (entre 20 i 30 anys) entre les empreses que el venien i les que el compraven. Així, tant el flux com el preu del gas eren relativament estables.

En els darrers temps, aquesta forma de comercialitzar el gas s’ha anat modificant, convertint-se en quelcom similar al del petroli, amb els seus mateixos problemes i volatilitat dels preus. La raó és que cada cop més, especialment a la Península Ibèrica on tenim moltes instal·lacions per a tractar el gas liquat, s’ha afavorit la compra de gas que es converteix en líquid (liqua), es transporta en vaixell i a l’arribar al destí, gràcies a les centrals de cicle combinat (que retornen el gas líquid en gas-gas, alhora que generen electricitat) es converteix en gas.

Aquesta forma de comerç implica que el gas que arriba, per exemple a aquí, pot tenir (com té) diversos orígens, per exemple de Qatar o dels Estats Units, el que internacionalitza el comerç de gas. Com també suposa que aquests contractes siguin a curt termini i al comptat, per tant, molt més subjectes a la especulació.

Així, resumint, en el cas del “mercat” elèctric ibèric -Espanya i Portugal-, tenim les condicions per a la “crisis perfecta”, en relació als preus, puix la seva forma el fa molt fàcilment presa dels qui tenen poder per a influir-hi -l’oligopoli elèctric. Alhora, els successius canvis legislatius i d’ordenació del mercat han atorgat més poder, encara, a aquest oligopoli. En aquest moment, amb els canvis que s’estan produint en l’escena gasística internacional, això permet que les empreses elèctriques puguin beneficiar-se (per exemple simulant escassedat) de la creixent volatilitat -per ara, a l’alça- dels preus del gas, com a matèria primera per a generar electricitat.

3. Efecte sobre els preus, l’activitat econòmica i la vida de les persones

L’augment dels preus de l’electricitat està tenint efectes per a una creixent part de la població que cada cop té més problemes per a pagar la factura elèctrica de casa seva (pobresa energètica) i per moltes empreses que veuen encarits fins a extrems impensables els costos de la seva activitat, com també és el cas dels serveis públics, el transport, etc. Òbviament, la contrapartida d’aquesta situació, en el moment present, és l’enriquiment dels accionistes (i de tots els fons d’inversió i pensions associats a les elèctriques) en detriment dels anteriors per la transferència de renda que això suposa. Tanmateix aquest només és l’efecte immediat ja que n’hi ha dos altres que encara reforcen més aquest fenomen.

El primer, són les mesures que s’intenten per a compensar aquest augment de preus. En el context i la relació de forces actuals, dins del sistema abans descrit, tenim cada dia més mostres que les “elèctriques” tenen molt més poder que el govern. Les úniques mesures factibles que es poden emprendre són aquelles que pal·liïn els efectes de les pujades de preus, sense modificar ni una gota el poder de les elèctriques. De fet, això és el que s’està fent, des de bons socials a rebaixes d’impostos, passant per a compromisos de pagaments futurs que esdevindrà més deute en relació al sector elèctric.

Totes aquestes mesures, si bé poden ser ben intencionades, només agreujaran la despossessió, o el flux de renda des d’altres sectors i la població, en general, cap els accionistes de les elèctriques i actius financers vinculats, ja que les elèctriques segueixen cobrant l’electricitat al mateix preu encara que es redistribueixi o socialitzi el seu pagament amb recursos públics, que deixen de destinar-se a d’altres coses; o deixin d’ingressar-se a causa de la reducció fiscal. Per tant, el que ha acabat passant és que és el “públic” el que paga als accionistes de les elèctriques.

El segon fenomen és el preocupant augment de la inflació, pels efectes que això pot tenir.

És evident que els preus, mesurats amb l’Índex de Preus al Consum (IPC) han augmentat, i així ho ha reconegut tothom, per l’efecte de l’augment de l’electricitat, en les despeses de l’habitatge, el transport i costos industrials. Així, a l’efecte de l’augment de la “factura de la llum” s’hi afegeix l’efecte redistributiu que necessàriament té la inflació sobre determinats col·lectius: tots aquells a qui no se’ls hi indexin les seves rendes a la pujada de preus (pensionistes, assalariats…) o no tinguin prou poder per a poder imposar augments de preus (petits autònoms, empreses que venen a l’exterior…).

Si la inflació és preocupant pels efectes econòmics, socials i polítics que pot tenir; encara sembla més preocupant el mal diagnòstic que des d’algunes institucions es comença a fer d’aquest fenomen. Com s’ha explicat, la raó de l’augment dels preus de l’electricitat és el resultat d’unes determinades relacions de poder, i per tant, és polític, en el sentit que resulta d’unes determinades relacions socials. I, en segon lloc, aquest fenomen s’accentua per mor a una determinada estructura de mercat elèctric que afavoreix uns preus elevats vinculats al preu del gas internacional.

D’aquest diagnòstic, la solució de la inflació hauria d’anar encaminada a modificar aquestes relacions de poder i a modificar l’estructura del “mercat” elèctric, però en comptes d’això, i molt perillosament, algunes veus de l’economia ortodoxa, comencen a plantejar que el que s’hauria de fer és acabar amb les polítiques expansives (monetària i fiscal) d’aquests darrers temps. És a dir, el retorn a les polítiques d’ajustament i les retallades.

No pensem que sigui necessari comentar quins serien els seus efectes, desprès de dècades d’ajust, però sí que ens sembla adient assenyalar que el que aquí hem mostrat queda clar, que només aconseguint la modificació de les relacions de poder actual, podrem iniciar el camí cap a polítiques més justes i frenar la despossessió a la que des dels anys 1980 cada cop més capes de la població pateixen.

Mireia Claverol i Ferran Polo. Novembre 2020. Aquest article ha estat publicat al llibre Ciutadania compromesa i educació: Propostes per al foment de la memòria democràtica.

Resum


Aquest article té un doble objectiu. D’una banda evidenciar les limitacions, mançanes i errors que el paradigma neoclàssic (economia ortodoxa), vigent en l’economia actual arreu del planeta, presenta per interpretar i entendre el món en què vivim i, en conseqüència, la necessitat d’acudir a l’heterodòxia per trobar explicacions plausibles. De l’altra, importantíssima al nostre parer, veure que tal com ho han pensat i dissenyat els teòrics ortodoxes, l’ensenyament de l’economia i la pròpia educació – a tots els nivells- es pretén que serveixin per configurar una subjectivitat que contribueixi a consolidar la racionalitat neoliberal entre la ciutadania, i per tant a perpetuar el sistema


El naixement de l’Economia: els clàssics


L’aparició del capitalisme com a sistema econòmic és el que provocà el naixement de la disciplina que l’havia d’estudiar: l’Economia. L’obra de l’Adam Smith, considerat el primer economista (malgrat els mercantilistes i fisiòcrates anteriors) explica i justifica precisament l’emergència del capitalisme. I no hem d’oblidar que una de les idees base que ajudarà a legitimar la bondat del nou sistema és la idea que la recerca de l’interès individual porta al benestar col·lectiu. Però aquesta visió, que el liberalisme clàssic materialitzà en la teoria de la “mà invisible”, es va contraposar amb la realitat a mida que el capitalisme es va anar consolidant i es van començar a manifestar les conseqüències negatives que comportava: polarització de classes socials, injusta distribució de la riquesa generada, misèria de les capes populars,… L’optimisme inicial d’alguns economistes clàssics es posà en entredit, sobretot arran de l’aparició del moviment obrer associat a d’altres idees contràries al paradigma liberal.


La ortodòxia: els marginalistes, futura escola neoclàssica


Per això un cop assentada l’Economia com a disciplina autònoma amb els economistes clàssics, els que podem considerar els fundadors de la disciplina com a coneixement autònom, es va anar desenvolupant durant l’últim terç del segle XIX un pensament econòmic diferent del de l’Economia clàssica. Durant aquest període es desenvolupen els conceptes que es coneixeran com marginalisme que encara avui dia constitueix la base de la teoria econòmica convencional, que a mesura que es vagi ampliant i completant passarà a anomenar-se escola neoclàssica.


Les premisses fonamentals de l’Economia neoclàssica parteixen d’una percepció de la humanitat composta d’éssers humans com a individus lliures i independents (individualisme metodològic) racionals, amos del seu destí, ocupats a maximitzar la seva felicitat, que equiparen al màxim benefici que es pot obtenir en un entorn de lliure competència a través dels mercats. I semblen respondre afirmativament a la pregunta, que ja es feia Adam Smith, de si un conjunt d’individus que actuen aïlladament i sense coordinació poden produir resultats beneficiosos per a tot el grup. Al segle XIX Léon Walras va recollir la pregunta i va intentar respondre-la. No va poder oferir una resposta, però amb el seu model d’equilibri general va establir un poderós format per seguir buscant-la.

Els marginalistes abandonen la teoria del valor-treball dels clàssics per substituir-la per una anàlisi segons la qual el valor d’una mercaderia depèn de la seva utilitat. Recullen els ja esmentats arguments de la «mà invisible» i del «deixar fer, deixar passar» d’Adam Smith, alhora que plantegen que en un règim de competència perfecta, amb béns homogenis, un coneixement complet i en què es pugui entrar i sortir del mercat sense traves, s’arriba a establir un equilibri general que proporciona el màxim d’utilitat possible a tots els partícips socials.


El 1932 l’economista Lionel Robbins (més tard Lord Robbins) va centrar l’essència del problema econòmic en l’escassetat: «L’Economia és la ciència que estudia el comportament humà com una relació entre finalitats i mitjans escassos, susceptibles d’usos alternatius.» Aquesta definició, paradigmàtica per als economistes ortodoxes, s’ha convertit en la definició central en l’Economia convencional, ha tingut un notable ressò entre els economistes i s’ha mantingut fins a dia d’avui, d’aquí que l’Economia s’hagi convertit en la ciència de l’escassetat. I és també, entesa així, com la ciència general del comportament humà conforme a aquests principis econòmics. És una disciplina que pot abastar tots els dominis de l’acció de la persona individualment considerada, sempre que el problema que s’hagi de resoldre pugui ser plantejat com una optimització en un entorn condicionat per la limitació d’algun recurs.


Això permet fer una teoria econòmica universal i atemporal, pet tant ahistòrica, vàlida per a tot temps i lloc, amb explicacions unitàries i arguments indiscutibles. És una idea molt atractiva per a molts que es consideren científics, ja que en l’esquema neoclàssic es troben amb uns plantejaments que, partint de la consideració individualitzada dels éssers humans, els permet remuntar-se al que succeeix al conjunt de la societat. Els neoclàssics, per tant, estudien principalment els agents econòmics individuals, el que es coneix com Microeconomia.


“En el siglo XX, los trabajos de Hicks, Samuelson, Arrow y Debreu desarrollaron el plan de ataque trazado por Walras recurriendo a instrumentos matemáticos cada vez más sofisticados.
En los trabajos publicados los años 1959, 1960 y 1974 vinieron las malas noticias. Después de tanto esfuerzo, la conclusión es que en el caso general no se puede, repito, no se puede afirmar que las acciones de una colección de individuos aislados desemboquen en resultados beneficiosos para todos (…) Si a los estudiantes se les enseñase bien, a fondo, la teoría del equilibrio general podrían percibir que los únicos resultados que esta ofrece son de índole negativa. Verían que en el tema de la estabilidad nunca se ha podido demostrar cómo las fuerzas de mercado conducen a vectores de precios de equilibrio general. Si se les enseñase el tema de la existencia del equilibrio, verían que la demostración de existencia es un ejercicio matemático desprovisto de sentido económico. En lugar de estos temas delicados, los cursos de microeconomía neoclásica se concentraban en la maximización individual y, poco a poco, le fueron dejando más espacio a la teoría de juegos (…)
Es necesario aclarar que el tema de la maximización individual es un tema preliminar en el análisis de la teoría del equilibrio general. No constituye el objeto central del análisis de la teoría del equilibrio general. Si se analiza este tema es porque es un paso preparatorio en la construcción del modelo: es una de las piedras con las que se construye la catedral. Gastar tiempo enseñando hasta hartarse como se tallan estas piedras individuales evita la vergüenza de tener que mostrar que la catedral no se puede mantener derecha” (Nadal, 2012)


La «teoria neoliberal doncs està basada en la mateixa fe en les virtuts eternes del lliure mercat. Els seus models es basen en el supòsit que el mercat, d’alguna manera, condueix a posicions d’equilibri. Més endavant intentaran buscar els «microfonaments de la macro» per construir una teoria macroeconòmica amb la figura de «l’agent representatiu», una entitat fictícia que elabora un pla de maximització intertemporal per assignar recursos entre estalvi i consum. Aquests supòsits no han fet cap cas del fet fonamental que l’agregació del comportament especificat pels agents individuals no permet conservar les propietats de les funcions d’oferta i demanda (aquest resultat està clarament demostrat pel teorema Sonnenschein-Mantel-Debreu, de 1974) i, per tant, l’agent representatiu és una construcció absurda o un supòsit abusiu. Certament no hauria de ser utilitzat per definir directrius de política macroeconòmica.


Un altre element a tenir en compte en l’economia convencional, i especialment en l’escola neoclàssica, és que per donar un caràcter de solemnitat, seriositat i cientisme es recorre a la matematització de totes les idees:


«La belleza, la coherencia lógica y la nitidez de los esquemas matemáticos absorbieron hasta tal punto a estos autores que acabaron ignorando las diferencias existentes entre sus modelos y el mundo real que pretendían explicar» (Etxezarreta, 2015:31)


Actualment, les matemàtiques i l’estadística fins i tot dirigeixen el procés d’anàlisi, en el sentit que no és que serveixin de suport a un procés de reflexió analítica, sinó que es parteix d’alguna premissa específica sense preocupar-se gaire de la seva validesa per reflectir la realitat i, aplicant sobre aquesta un raonament matemàtic bastant complicat, s’arriba a uns resultats que es consideren vàlids i legitimats.


Tot i reconeixent els avantatges de l’ús d’aquests instruments, augmentats amb el suport informàtic, sobretot pel que fa a la concisió i la precisió i al fet que les definicions i el tractament de les variables utilitzades hagin de ser expressades de forma molt concreta, no es poden obviar els problemes que plantegen. Per exemple, fer inaccessibles al debat polític i social moltes mesures econòmiques per la complexitat de la tècnica utilitzada (ús d’algoritmes que regulen les operacions financeres, tan complexos que no els entenen ni els seus mateixos creadors). O bé desvirtuar la mateixa utilitat de les anàlisis per conèixer i explicar la realitat pel fet d’haver de (les matemàtiques obliguen) constrènyer tant les definicions i simplificar tant els supòsits sobre les variables fonamentals.


Mal utilitzades, i desgraciadament en moltes ocasions ho són, les matemàtiques també poden convertir-se en un aparell formal que pretén ser rigorós però que en realitat és buit de substància econòmica, i que es converteix en una cortina de fum per no abordar problemes complexos i de difícil enfocament o per evitar els que tenen implicacions ideològiques i polítiques més conflictives. Un exemple el tenim en la fórmula per calcular la revalorització anual de les pensions. En lloc d’utilitzar l’IPC, s’inventen (uns experts) una fórmula (incomprensible per la majoria de l’opinió pública) per tal de justificar la seva baixada.


Hi ha molts altres exemples de la utilització manipulada de les matemàtiques, alguns amb greus conseqüències de política econòmica. Recentment s’ha comentat molt el cas de dos famosos economistes de Harvard, Carmen Reinhart i Kenneth Rogoff.


Ambdós autors ja eren economistes famosos quan el 2010 van publicar un article – «Growth in a time of debt» (Creixement en una època d’endeutament)– en què demostraven que un cop el deute públic supera el 90% del producte interior brut el creixement econòmic cau en picat. L’article, es va publicar just després que Grècia entrés en crisi, apel·lava directament al desig de molts dirigents d’estimular l’austeritat i es va fer famós immediatament. Segurament era, i és, l’anàlisi econòmica més influent dels últims anys. El The Washington Post de principis d’aquest any advertia contra una possible «baixada de la guàrdia» davant del dèficit perquè «estem perillosament a prop de la marca del 90% que els economistes consideren una amenaça per al creixement econòmic sostenible». Fixem-nos en l’expressió: «els economistes», no «uns quants economistes», i no diguem ja «uns quants economistes, als quals els contradiuen enèrgicament d’altres amb unes credencials igual de bones», que és la realitat. Els entusiastes de l’austeritat van anunciar a so de bombo i platerets que aquest suposat punt d’inflexió del 90% era un fet provat i un motiu per retallar dràsticament la despesa pública fins i tot en un context d’atur elevadíssim.


El text de Reinhart i Rogoff es va enfrontar a crítiques considerables des del principi, i la controvèrsia va augmentar amb el temps. “Finalmente, Reinhart y Rogoff permitieron que unos investigadores de la universidad de Massachusetts analizaran la hoja de cálculo original y el misterio de los resultados irreproducibles se resolvió. En primer lugar, habían omitido algunos datos, en segundo lugar, utilizaron unos procedimientos estadísticos poco habituales y muy cuestionables y, finalmente, cometieron un error de codificación en Excel. Si se corrigen tales errores y rarezas, se obtiene lo que otros investigadores han descubierto: una cierta correlación entre una deuda elevada y un crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos es la causa y sin ningún rastro de aquel límite del 90” (Krugman, 2013)


En resum en l’esquema neoclàssic són els individus lliures, iguals i independents, els qui anant a la recerca del seu màxim benestar individual aconsegueixen el benestar col·lectiu. No hi ha diferències de poder entre els agents econòmics. La vida econòmica està constituïda per mecanismes impersonals: oferta, demanda, utilitat individual, recursos limitats, desitjos il·limitats, mercats… No hi ha responsabilitats personals. Les coses «passen», els mercats «actuen» i provoquen uns resultats, ningú n’és responsable. El tema del poder, per tant, resulta totalment eludit


Ningú que tingui els ulls oberts i contempli la realitat pot prendre per bons els resultats que sorgeixen d’aquestes premisses i acceptar que reflecteixen la situació real. El poder existeix, i és altament rellevant pel que fa a l’anàlisi econòmica. Sembla més realista considerar que si el pensament neoclàssic i les polítiques neoliberals es mantenen és perquè són les que més convenen a les forces econòmiques preponderants en el món d’avui, als qui mantenen el poder econòmic i als qui ocupen el poder derivat d’aquest, el poder polític.


Com és possible que als grans fòrums econòmics no es posi significativament en dubte un model de política econòmica que està agreujant els problemes de les economies del sud d’Europa i de molts altres països del món? El deute públic dels països d’aquesta zona s’ha multiplicat per dos o per tres des que es van imposar les polítiques neoliberals d’austeritat. L’atur, la desigualtat i la pobresa s’incrementen contínuament mentre el nombre de multimilionaris i la seva riquesa augmenten. Només visualitzant l’economia com una poderosa xarxa de relacions de poder s’hi podrà donar una explicació. El poder dels interessos econòmics dominants en el capitalisme que estem vivint és de tal magnitud que impedeix la consideració de plantejaments diferents. És el «no hi ha altra alternativa» de Margaret Thatcher.


No obstant, l’actual pandèmia ens ha mostrat, entre d’altres consideracions, que els que ostenten el poder (defensors del neoliberalisme) i el mateix sistema capitalista s’emmotllen al que sigui necessari, sense cap problema. On abans la pràctica de la política econòmica era l’austeritat, el control del dèficit i quan menys Estat millor, sustentats per una teoria econòmica hegemònica, ara s’ha transformat en polítiques econòmiques de despesa pública, dèficit i més Estat però sense variar la teoria malgrat es contradiguin.


De fet és la cínica manifestació de l’inversor/especulador Warren Buffett: «Efectivament, la lluita de classes existeix, però és la meva classe, la classe dels rics, la que l’està fent. I estem guanyant.» Aquest poder té múltiples ramificacions, com va declarar T. Friedman (periodista i politòleg, no confondre amb l’economista) en una entrevista publicada al New York Magazine el 1999: «La mà invisible del mercat no funcionaria mai sense un puny invisible. McDonald’s no pot expandir-se pel món sense McDonner Douglas, que va concebre els F15. I el puny invisible que dona garanties a l’obertura del món a les tecnologies de Silicon Valley es diu exèrcit, força aèria, força naval i cos de marines dels Estats Units.»


Tot i aquesta visió monolítica imperant respecte a com entendre avui l’economia, hem de recordar que dins la pròpia ortodòxia podem trobar discrepàncies com es el cas dels keynesians. Aquests amb posterioritat al crack del 1929 – de1936 a 1974 – van constituir el corrent econòmic dominant en la Acadèmia i en la política econòmica al món occidental, en base a la idea que el mercat ha d’estar mediat per la intervenció pública per produir resultats satisfactoris i evitar una crisi social que posi en perill el sistema capitalista. Ens preguntem com es possible que les noves crisis del segle XX (anys 70, 2008,…) no han posat en qüestió el paradigma neoclàssic tan allunyat del món real.


“…Hoy, ante una crisis que no pudieron predecir, se podría pensar que los seguidores de los principios neoclásicos habrían adquirido, por fin, una brizna de humildad. En medio de un agravamiento de la crisis precipitada por las recetas y los dogmas neoclásicos, se podría esperar al menos una ligera apertura intelectual. Pero no es así. Tanto en la Academia como en los espacios de política económica el dogma se ha endurecido. Desde el vértice de la pirámide neoclásica, hoy se exige que el mundo se transforme para adecuarse a los axiomas de la teoría neoclásica”. (Nadal, 2012)

L’heterodòxia o economia crítica

Enfront del monolitisme de l’economia convencional han aparegut i continuen apareixen nombroses doctrines econòmiques de pensament crític que ens poden permetre acostar-nos al coneixement de la realitat que ens envolta. Sorgida al segle XIX amb K. Marx, l’economia crítica es plural i variada, moltes són escoles no marxistes aparegudes al segle XIX i XX (regulacionistes, estructuralistes, vells institucionalistes, radicals, sraffians, postkeynesians …) D’altres, bastants anys després, amb gran arrelament en les darreres dècades com l’ecologisme, el feminisme,… En conjunt mostren que l’economia lluny de constituir un bloc únic d’arguments complets i tancats, està formada per múltiples explicacions alternatives sobre el mateix tema, sense que cap ofereixi plantejaments concloents.

Malgrat les seves diferències, comparteixen la idea que les decisions individuals estan emmarcades en la dinàmica social. Per elles el sistema econòmic té les seves lleis, variables en el temps i en l’espai. De fet, tracten d’analitzar l’evolució econòmica en el marc del conjunt per poder entendre quins son els canvis que es produeixen en el món real i poder explicar-los.

En el següent apartat intentarem explicar perquè aquesta varietat i riquesa de teories econòmiques no aconsegueix obrir-se pas i provocar un canvi de paradigma tant a nivell teòric com de polítiques econòmiques.

L’Ensenyament de l’economia, una lluita ideològica del neoliberalisme, amb arrels històriques ben establertes pel control del relat i les mentalitats

Al primer terç del segle XX, les velles idees liberals ja no eren útils per combatre els nous aires d’igualtat, cooperació, democràcia, llibertat, justícia, laïcitat, tolerància, solidaritat, bé comú,… que s’expandien arreu fruit de la lluita de classes i de l’existència de països amb un sistema econòmic diferent que llavors es creia que tenia èxit. Es llavors quan sorgeix entre els nous liberals una de les seves preocupacions fonamentals que serà la “d’educar a les masses”. Ludwing von Mises a l’any 1932 en el seu llibre “Socialismo” ens diu: “Es un hecho cierto que las masas no piensan; pero esa es la razón precisamente por la cual siguen a quienes sí piensan. La guía espiritual de la humanidad pertenece al pequeño número de hombres que piensan por sí mismos, quienes primero ejercen su acción sobre el círculo capaz de recibir y comprender el pensamiento elaborado por otros; por este camino las ideas se extienden a las masas, donde se condensan poco a poco para formar la opinión pública de la época” (Von Mises, 1968:527).

(…) Von Mises i Hayek (…) al igual que George Stigler i Milton Friedman, como se sabe, no sólo fueron economistas muy reconocidos, sino también temibles “emprendedores ideológicos”, que no ocultavan su militancia constante y abierta en pro del capitalismo de la libre empresa (…) Estos autores desarrollaron incluso la teoría de la lucha ideológica: si las masas no piensan, como von Mises gustaba de decir, les corresponde a estrechos círculos de intelectuales sostener el combate contra todas las formas de progresismo y de reforma social, gérmenes de totalitarismo. De ahí la extrema atencióm que prestan los neoliberales norteamericanos a la difusión de sus ideas en los medios y a la enseñanza de la economía en las escuelas y los institutos norteamericanos (…) La cultura de empresa y el espíritu de empresa pueden aprenderse desde la escuela, al igual que las ventajas del capitalismo sobre toda otra organitzación económica. El combate ideológico es parte integrante del buen funcionamiento de la máquina “ (Laval y Dardot, 2013:151)


L’actual president de la Foundation for Economic Education (FEE), primer Think Tank creat el 1946 als Estat Units, en la introducció de l’informe anual de 2019, diu: “Crec fermament que la millor manera de contrarestar la influència d’aquells que intenten popularitzar un govern més gran, un estat del benestar ampliat i un socialisme directe és tallar-los des de l’arrel… I això comença per involucrar eficaçment la nova generació amb els principis que conformen la “filosofia de la llibertat”: llibertat individual, economia de lliure mercat, creació de valor empresarial, propietat privada, govern limitat i alt caràcter moral.” Aquestes afirmacions recullen la “missió” de la Fundació tal com escriuen en la seva web on s’explicita, a més a més, que pretenen: “Fer que les idees de llibertat siguin familiars, creïbles i convincents per a les noves generacions”


La FEE, think tank que també va ser un dels impulsors de la Mont-Pèlerin Society, no només es dedica a fer materials educatius i formar al professorat, sinó que també actua com a lobby polític i incideix en l’elaboració de programes i currículums escolars nacionals, aturant aquells que consideren massa descriptius i poc proclius a l’economia capitalista. La seva feina era i és assentar les bases de les seves idees per recollir els fruits més endavant, tal com deia Friedman, ja que es produeix un retard de molts anys entre l’opinió pública i la legislació. D’aquesta manera van anar introduint la seva ideologia pas a pas dins la universitat.


Aquest treball de sapa dels neoliberals que perseguien establir la seva ideologia com a pensament hegemònic tant dins l’Acadèmia com en el sí dels diferents governs nacionals i organismes internacionals ha anat obtenint els seus fruits. No obstant l’hegemonia dels dogmes neoliberals no s’ha aconseguit per una lluita d’idees, proposicions, conceptes…, sinó més aviat per mitjà d’estar pròxims al poder, de ser més favorable per aquest i de la guerra bruta contra la dissidència. Un exemple de com es va acabar amb la diversitat i la heterodòxia en el sí de les facultats d’Economia el tenim amb el que va succeir a Estats Units. “(…)El 1968, un grup de joves economistes radicals, producte dels disturbis polítics als campus universitaris en els anys 60 i del moviment contra la guerra, van arribar a la disciplina. Organitzats en la Union for Radical Political Economics, van clamar per la politització de l’Economia acusant als seus col·legues economistes d’ignorar les qüestions importants i de ser “instrumentals per a l’assoliment dels injustos fins de les elits”. Van rebutjar “l’enfocament marginalista”, l’actual mantra de l’Economia, perquè acceptava les institucions bàsiques del capitalisme, i es preocupava només per administrar-les, per millorar-les … marginalment”. (Kallis, 2014).

El grup punter d’aquests joves economistes era a la universitat de Harvard on impartien un curs titulat “El sistema capitalista: conflicte i poder” El gruix del professorat veterà, més en la línia de les idees de la “filosofia de la llibertat”, estava en contra que es fes aquest curs, titllant els joves professors de tenir poca qualitat investigadora, de ser poc científics i de fer “política”. D’altres, de la categoria de Galbraith, Leontief o Arrow, els van defensar quan la Universitat els va denegar de forma sistemàtica la renovació dels contractes, com és el cas del brillant economista Samuel Bowles. Finalment tots van acabar abandonant Harvard inclosos els professors que els havien defensat. El triomf dels conservadors sobre els moderats va representar l’hegemonia de l’ortodòxia. “Pero a medida que los niveles más altos de la jerarquía de la disciplina y sus prestigiosas revistas fueron limpiados de radicales, las preguntas y proposiciones incómodas se quedaron sin contestar, y pocos radicales quedaban alrededor para verificar los miles de estudios con los que las propuestas neoliberales martillaban, estudios revestidos de complejas matemáticas imposibles de ser penetradas por los no iniciados. Mientras la Economía llegó a estar dominada por las ideas neoliberales (lo más a la izquierda que se encuentra hoy en las principales revistas de la disciplina está a la derecha del Partido Demócrata), los disidentes terminaron fundando escuelas heterodoxas de menor influencia, o se mudaron a otras disciplinas, tales como la Geografía” (Kallis, 2014: 164)

Així doncs, la síntesi neoclàssica, l’economia ortodoxa que constitueix l’actual paradigma (amb els seus cinturons protectors), és l’única visió que l’Acadèmia accepta, des de la Universitat (només cal veure els manuals introductoris – el Samuelson, el Blanchard o el Mankiw), fins l’escola (veure els manuals d’Economia de l’ESO) Totes les demés visions o interpretacions de la societat i per tant de l’economia, són silenciades (economia feminista, ecologista, marxista, institucionalista, postkeynesiana,…) perquè el neoliberalisme no és només un conjunt de pràctiques i polítiques econòmiques, sinó que com els seus precursors (col·loqui Lippmann) ja van establir, és una racionalitat, una subjectivitat. Es tracta de passar del domini i disciplinament biopolític al psicopolític (Byung-Chul Han, 2014). El nostre “sentit comú” ja ha canviat i ja estem preparats per considerar-nos empresaris de nosaltres mateixos, arribant al súmmum de l’individualisme metodològic que és l’emprenedoria.


Per buidar la Universitat de professorat crític amb els dogmes neoclàssics, amb el mainstream, i amb els postulats neoliberals ja no cal recórrer a actuacions tan dràstiques com l’explicada de Harvard, que també. Amb l’autocensura, la “prudència” si es vol tenir accés a finançament, a ser publicat, o a mantenir el contracte, ja n’hi ha prou. Per exemple, a l’abril de 2019 en unes jornades econòmiques organitzades per l’Associació d’Ensenyants d’Economia i Empresa a l’educació secundària, un catedràtic d’economia, exdegà de la Facultat d’Econòmiques i exrector de la Universitat de Barcelona va fer una ponència on no només va refutar alguns dels dogmes de l’economia convencional, de l’ortodòxia neoclàssica, neoliberal, sinó que va reconèixer que aquests dogmes són monolítics, malgrat la seva falsedat, en gairebé totes les facultats d’economia d’arreu. Això sí, va confessar públicament que ho deia ara perquè ja no li preocupaven les conseqüències de fer-ho, doncs era al final de la seva carrera.


“Esta falta de pluralidad y de reflexión crítica en la enseñanza de la economía ha sido puesta sobre la palestra en multitud de ocasiones. Son muchas las voces críticas que han denunciado esta situación y reivindicado la imperiosa necesidad de acometer reformas importantes en la enseñanza de la Economía. En el año 2000, se alzó en Francia un movimiento de estudiantes de Economía protestando ante los postulados centrales respaldados por las enseñanzas superiores de la disciplina económica. De esta queja surgió El Movimiento por una Economía Pos-autista. En junio del año 2001, un grupo de estudiantes de doctorado de Economía de la Universidad de Cambridge (Inglaterra) expresaron su apoyo al movimiento de los estudiantes franceses. Once años después, estudiantes de la prestigiosa Universidad de Harvard (EE.UU.) abandonaron la cátedra de Introducción a la Economía del afamado profesor Gregory Mankiw protestando contra el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia”. (García i Ruiz, -:5)


Una altra contestació a la manca de pluralitat i de reflexió en el sí de l’Acadèmia el tenim en el moviment Post Crash nascut a Manchester el curs 12-13. Aquest moviment s’ha estès arreu del món fins i tot també a casa nostra, com així ho està fent el “moviment internacional d’estudiants per un pluralisme en econòmiques”. També han aparegut d’altres grups, com el Seminari d’Economia Crítica TAIFA, el qual, a part de publicar informes monogràfics sobre temes econòmics, en el llibre “Crítica de l’Economia Ortodoxa” del 2004 recull una sèrie de valuosos articles crítics de la Economia convencional. O el col·lectiu d’Economistas Frente a la Crisis.


Hem de fer esment a més a més de l’Associació d’Economia Crítica (AEC), a l’estat espanyol, que va ser creada el 2003 fruit de les Jornades d’Economia Crítica que es realitzen bianualment des de 1987. Podem llegir a la seva web que “Una de las finalidades fundamentales de nuestra Asociación es el apoyo y la difusión académica de perspectivas teóricas diversas como la economía postkeynesiana, la economía ecológica, la economía feminista, la economía marxista, o la economía institucional, tanto en el ámbito universitario de la docencia y la investigación, como en su proyección más amplia hacia el resto de la sociedad. Las actividades de la Asociación apoyan, pues, el desarrollo plural, teórico y metodológico, de conocimiento económico riguroso que sea relevante para la comprensión de la realidad social”.

Davant d’aquesta situació no podem deixar de compartir la idea de Max-Neef quan afirma que “ No podem esperar ni pretendre un canvi si no canvia la Universitat. Al meu parer, en aquestes circumstàncies, la institució de major responsabilitat del món en aquest moment és la Universitat; i en la mesura que la Universitat no sigui capaç de canviar i reestructurar l’ensenyament de l’Economia, no hi ha esperança ” (Max-Neef 2014)
Més encara, si la implantació del model és pràcticament monolítica a nivell universitari, la podem fer extensible al batxillerat i a l’interior de les aules de secundària. Només cal donar una ullada a l’enfocament dels llibres de text que s’hi empren. Una revisió que estem tirant endavant d’un dels llibres de text més utilitzat als instituts de casa nostra, el llibre de text d’Economia de 4t de la ESO de l’editorial McGraw Hill, que no deixa de ser un petit resum del manual “Principios de economia” de Gregory Mankiw, evidencia la plasmació de tots els dogmes neoclàssics i tota la ideologia neoliberal tant de forma explícita com en forma de currículum ocult. Per exemple serveixi la definició que es fa de necessitat: “Una necessitat és el desig d’obtenir alguna cosa que ens falta”. Així doncs,  s’identifica necessitat amb desig i es pressuposa que ambdós són il·limitats.

Aquest enfocament legitima i promou en l’alumnat, de forma més o menys explícita i conscient, valors i actituds consumistes, productivistes i explotadores, de tal manera que a les escoles i instituts es rep aquesta visió del món com si fos ciència empírica, neutral i objectiva. En les últimes dècades, paral·lelament a la hipertròfia de l’activitat financera especulativa en relació a les magnituds de l’economia “real” a la qual teòricament hauria de donar suport, aquesta visió interessadament esbiaixada de l’economia ha incorporat un objectiu addicional: convèncer la ciutadania de les “bondats” de les activitats financeres – crèdits, endeutament, etc – i de la seva necessitat i justificació per al normal desenvolupament d’activitats productives o consumidores. D’altra banda, legitima i exalta l’emprenedoria – sovint, precarietat laboral disfressada de treball autònom – i l’èxit a qualsevol preu en els negocis, encara que això impliqui forçar els salaris a la baixa fins a nivells de supervivència per a la majoria de treballadors i destruir el medi ambient. En aquesta visió no hi ha a penes espai per a l’equitat – el salari de cada un depèn de la seva «productivitat» – ni per a la solidaritat i la cooperació, en general incompatibles amb la competitivitat i l’eficiència.

En la mesura que els individus interioritzen la visió de món, de la racionalitat neoliberal, deixen de qüestionar les desigualtats injustificades i la naturalesa depredadora per al medi ambient del sistema econòmic actual: no es tracta d’intentar canviar-lo, sinó d’intentar escalar el més amunt possible en ell i, en tot cas, conformar-nos en el nivell que aconseguim assolir.

Si realment es vol una educació crítica i plural cal introduir en els programes educatius les diferents visions crítiques que es tenen de la realitat social. S’ha de poder plantejar la crítica que fa l’economia ecològica, ja sigui com “estat estacionari” o com “decreixement”. O la crítica a la invisibilització del treball reproductiu com fa l’economia feminista. Per no parlar de la crítica a tot el sistema explotador que fa el marxisme. O la crítica que fa l’institucionalisme per la manca de consideració de les institucions. O la crítica que els postkeynesians fan de l’autoregulació del mercat i la distribució. I l’economia del desenvolupament amb la seva crítica de la divisió internacional del treball i la dependència.

No podem oblidar tampoc fer les referències a les petites experiències d’organització social i econòmica actuals en diversos llocs del món, on la propietat i gestió dels mitjans productius són col·lectius quan no comunals. Projectes reals que caminen en un procés cap a una societat postcapitalista, tot i que sovint, la majoria de corrents econòmiques només reconeixen la propietat com privada o pública i com a molt col·lectiva, però mai es fa esment a la comunal.

Aquestes experiències i projectes requereixen d’una participació activa dels subjectes i d’un funcionament veritablement democràtic en la presa de decisions. A hores d’ara la majoria de la població està ben lluny del que no sigui el joc polític i institucional encara que el critiquin. Sense entrar a debatre el concepte de democràcia coincidim amb els que consideren que dipositar un vot a les urnes cada quatre anys – democràcia formal – s’ha rellevat inoperant a nivell planetari, com ho demostren abastament l’augment de la desigualtat, de l’exclusió social i, en conseqüència de la pobresa. Hi ha vida i lluita més enllà de les eleccions i són els moviments socials, en la seva pluralitat i diversitat, amb autonomia i autoorganització els que han d’orientar les transformacions socials, en base a processos amplis i complexos de diàleg i debat entorn de les alternatives de futur.


No pot haver-hi democràcia sense igualtat, sense inclusió i sense participació, però no una participació planificada i controlada des de les institucions. Creiem que la idea que només els que detenten el poder i els “experts” tenen el coneixement suficient per saber el que convé o no a la ciutadania és falsa, a més a més d’injusta.


Però, com encoratjar i estimular la participació en espais d’autonomia, que permetin experimentar noves formes de viure i de fer en una societat on l’exclusió social i la pobresa són cada cop més grans? Sens dubte es complicat perquè es tracta d’un gos que es mossega la cua. Sense les necessitats bàsiques cobertes i amb problemes per sobreviure en una societat cada cop més polaritzada, les dificultats per exercir el dret a l’autèntica participació es tornen inabastables. No obstant, estem convençudes que només la participació permetrà subvertir el control social de la “res pública” i reinventar, allò que acostumem a denominar democràcia, però que estaria millor adjectivat amb molts d’altres termes com ara bé comú, o del bon viure.

Acabarem amb les paraules de Ricardo Molero (-:85):

“ (…) el principal objetivo que debe tener cualquier disciplina de estudio de las diferentes dimensiones en las que se ordena nuestra sociedad (es decir, cualquiera de las denominadas “ciencias sociales”) es tratar de transformarla, detectando los problemas a los que se enfrenta la realidad que es parte de su objeto de estudio y planteando posibles soluciones frente a ellos. En este sentido, la economía tiene un papel primordial (aunque, en absoluto, único) que representar, no ya porque nos encontremos en un contexto de crisis económica que está afectando a todos los ámbitos de nuestra sociedad, sino también porque, como vimos, nuestra disciplina se ha convertido, desde su surgimiento contemporáneo al del sistema capitalista, en el principal legitimador de su funcionamiento. El objetivo más inmediato que debe perseguir la economía crítica es cuestionar dicho sistema, al mismo tiempo que desmonta los argumentos elaborados por la economía ortodoxa con el objetivo de justificar su existencia.

Para ello, en primer lugar, la economía crítica no debe renunciar al rigor, entendido éste no como el intento de alcanzar una objetividad que, dada la naturaleza social de su objeto de estudio y la especial relación entre este y el sujeto investigador es imposible de lograr (al menos en las ciencias sociales), sino más bien como la necesidad de elaborar argumentos que puedan ser discutidos abiertamente y que se sostengan tanto lógicamente como al ser contrastados con la realidad de la que se ocupa. En segundo lugar, creemos que, a pesar de esa reivindicación del rigor en el análisis, la economía heterodoxa no debe caer en el error de tratar de construir un cuerpo cerrado de análisis similar, aunque alternativo, al de la ortodoxa. Por la propia naturaleza histórica de su objetivo de estudio, no es posible encontrar leyes inmutables (a no ser que esas leyes tengan un carácter más filosófico que científico) y tratar de hacerlo solo puede llevar a la formación de una nueva escolástica. En relación con ello, y en tercer lugar, la economía crítica debe aprovechar la potencialidad de sus múltiples corrientes para llevar a cabo análisis que permitan comprender la realidad económica en toda la complejidad en la que se nos presenta. Es por ello que, a pesar de las críticas al eclecticismo, la interrelación entre corrientes, que como vimos en el anterior apartado ya se está desarrollando, debe seguir siendo fomentada”

Mireia Claverol i Ferran Polo
Membres del Seminari d’Economia crítica TAIFA
Novembre 2020

Bibliografia

  • Byung-Chul Han. (2014). Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder, Barcelona: Herder
  • Claverol, M., Polo, F., Etxezarreta, M., Silva, S., Riera, A. I Farré, J. (2019) Economia crítica a l’aula. Propostes per a l’ensenyament obligatori, Barcelona: Dossiers Rosa Sensat 81
  • Etxezarreta, Miren. (2015). ¿Para qué sirve realmente la economia?, Barcelona: Paidós
  • García Quero, F i Ruíz Villaverde, A. , Introducción, En Hacia una economia más justa. Una introducción a la economia crítica, Universitarios por una Economía más justa. Economistas sin fronteres
  • Kallis, Georgios. (2014). La batalla de Harvard o cómo la Economia se convirtió en Economia, Revista de Economia crítica, 17, primer semestre 2014, 163-165
  • Krugman, Paul. (2013). La depresión del excel, Disponible en https://elpais.com/economia/2013/04/19/actualidad/1366398440_370422.html (consultat el 8 d’octubre 2020).
  • Laval, Christian, y Dardot, Pierre. (2013). La nueva razón del mundo, Barcelona: Gedisa
  • Max-Neef, Manfred. (2014) https://www.youtube.com/watch?v=WI9UVPBfxfM&feature=youtu.be (min. 48:55) Presentació del llibre La economía desenmascarada. Barcelona: Icaria (consultat 22 d’octubre del 2020)
  • Molero Simarro, Ricardo. Corrientes heterodoxes de pensamiento económico. Fundamentos e interrelaciones, En Hacia una economia más justa. Una introducción a la economia crítica, Universitarios por una Economía más justa. Economistas sin fronteres
  • Nadal, Alejandro. (2012) https://www.sinpermiso.info/textos/teora-econmica-las-preguntas-son-la-respuesta (consultat 22 d’octubre del 2020)
  • Von Mises, Ludwig. (1968) Socialismo. Análisis económico y sociológico, Buenos Aires, WBF

Isabel Benítez – Arteka 06/2021

Artículo Original publicado en papel, en junio de 2021 en la revista Arteka (https://gedar.eus/).