Ivan Gordillo, membre del seminari d’economia crítica Taifa, publica una ressenya del llibre L’hora dels voltors de Josep manel Busqueta.

Josep Manel Busqueta, L’HORA DELS VOLTORS. LA CRISI EXPLICADA A UNA CIUTADANIA ESTAFADA, Edicions El Jonc, Lleida, 2013 (250 pp.),
ISBN 978-84-938705-1-51


L’hora dels voltors no es “otro libro sobre la crisis”. Como veremos a continuación, se desmarca clara e intencionadamente tanto de los habituales textos de divulgación económica como de las obras académicas que han tratado la crisis actual. L’hora dels voltors es un libro pensado para un público no especializado, con una intención pedagógica como el subtítulo indica: La crisi explicada a una ciutadania estafada. No se trata de un libro de economía al uso sino de una auténtica herramienta, necesaria para entender que está pasando en el embrollo de la crisis y útil para actuar en el proceso de construcción de una alternativa política y social tal como indica el autor.

La originalidad de L’hora dels voltors se observa en la pretensión de explicar la economía desde y para las clases populares. Busqueta es un ejemplo de lo que Karl Marx reivindicaba para los filósofos en la última de sus célebres Tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Efectivamente, ¿de qué nos sirven las ciencias sociales si no es para transformar el mundo más allá de interpretarlo? En el caso de la economía habría que añadir también para interpretarlo rigurosamente, algo de lo que carece la escuela neoclásica hegemónica. Una de las premisas más importantes es que podamos entender cómo funciona la sociedad como primer paso para transformarla. De ahí emana esa voluntad pedagógica que lleva al autor, en la obsesión por explicar la economía de forma sencilla, a utilizar a veces un estilo más propio del lenguaje oral.
Esta no es una cuestión baladí observando las dificultades para entender lo que sucede con las que se encuentran los neófitos en economía, es decir, la mayoría de la población. Una población afectada por la crisis, estafada por un sistema que nunca cumplió la parte del contrato que se le suponía. Una ciudadanía que ha sido engañada por supuestos expertos que resultaron ser profesionales del robo. Una opinión pública desamparada por unos medios de comunicación que han jugado y juegan a desinformar escondiendo realidades bien obvias detrás de titulares deliberadamente complicados. Contra todo ello, L’hora dels voltors es un antídoto, y nos parece una herramienta de gran utilidad para entender en términos sencillos la crisis actual y la historia reciente del capitalismo.

Este dispositivo didáctico se convierte en una de las virtudes del texto cuando, como Busqueta consigue, se combina con rigor y honestidad. Por una parte celebramos el rigor en el uso explícito que hace el autor de un aparato teórico de base marxista. Sus planteamientos entroncan con la actual tradición del marxismo revitalizado que tanta falta nos hace, revivido a la luz de esta crisis y en manos de una generación de estudiosos que en muchos casos no han conocido el dogmatismo de épocas pasadas. Al mismo tiempo, Busqueta consigue tender puentes con cuestiones tan importantes como la ecología y apunta la necesidad de no relegar a un segundo plano el combate contra el patriarcado.
Por otra parte, la honestidad del autor se evidencia desde las primeras páginas. Huye de la falsa objetividad que se arrogan los supuestos expertos, reconociendo en qué lado de la barricada se encuentra, desde qué paradigma ideológico analiza la sociedad y con qué objetivos escribe (15):
“Este no es un libro académico. Es un libro que se escribe desde la barricada de la lucha cotidiana. Es un libro en el cual la cabeza ha tenido que hacer un esfuerzo muy grande para controlar las vísceras. Se hace difícil ser políticamente correcto, delante de una realidad tan dramática […]. Es un libro que se escribe con uñas y dientes.

A mordiscos. Que delante de la industria académica y mediática de la justificación del capitalismo del ajuste y los recortes pretende dar argumentos, ideas y razones a todas aquellas personas que diariamente intentan combatir el sin sentido en qué hoy vivimos.”

En resumen, el autor propone una explicación sencilla de la economía y la crisis, no falta de rigor y con una carga ideológica que acabará de fortalecer lo que considera una serie de ideas para la acción política.

En el primer capítulo se plantea lo que será una premisa metodológica para analizar la historia antecedente y reciente de la crisis. “Será en el funcionamiento del capitalismo donde deberemos buscar las causas profundas que nos permitan entender como se ha llegado a esta situación” (17). Es en la propia dinámica endógena de acumulación del capital donde debemos asomarnos para ver cómo estallan las contradicciones de dicho proceso y qué sucede en las crisis.

El autor nos propone, para empezar, “mirar a la bestia de hito en hito” y nos detalla una serie de datos documentados por organismos internacionales en los que se puede contrastar los desastres humanos del capitalismo y la incompatibilidad de este modelo con cualquier aspiración de democracia. No olvida el punto de vista ecológico pero lo aborda desde una perspectiva sistémica, algo que muchos trabajos de referencia en este campo como las propuestas del decrecimiento no han considerado: “No se trata de plantear que las personas que habitan una parte del mundo, con su consumo desmesurado, sean responsables de la insuficiencia material de las otras cuartas partes. […] Lo que se ha de poner encima de la mesa es un modelo de funcionamiento de la sociedad en el cual el estándar de éxito no puede ser generalizable, a escala planetaria, por la falta de recursos materiales” (25).

Una elemental descripción del proceso de circulación propio del capitalismo servirá para señalar dos relaciones fundamentales de nuestra sociedad: la propiedad privada y la explotación (31). El Estado aparece como institución garante de estas relaciones, legitimador del orden social y represor cuando la ideología no alcanza para convencer a los perjudicados por la crisis y el sistema (35-36). El mercado es la institución encargada de la asignación de los recursos, y la competencia y persecución del beneficio privado el motor de la sociedad (40). La expansión geográfica y la consolidación del capitalismo a escala mundial es un proceso seminal de este sistema expansivo y depredador por naturaleza (41).

A esta realidad no se ha llegado a través de un proceso natural de progreso sino que se trata de un hecho histórico, como el propio capitalismo iniciado con lo que Marx llamó la acumulación originaria. Busqueta removerá en el vertedero de la historia para explicar qué sucede, sabiendo de dónde venimos. La contextualización histórica, imprescindible para analizar cualquier fenómeno social, o teoría que lo explique, será una constante a lo largo del libro.

David Harvey aparece como una destacada inspiración del autor. Busqueta consigue interpretar y aplicar el tan discutido concepto de “acumulación por desposesión”, defendiendo la interpretación de Harvey en la que apunta que la acumulación originaria no fue un fenómeno puntual con inicio y fin, que supuso el pistoletazo de salida del capitalismo. Al contrario, se trataría de un proceso altamente innovador que se ha ajustado a los diferentes momentos históricos, y a la correlación de fuerzas entre clases, para favorecer la no interrupción de la dinámica de acumulación de capital, ayudando, más allá del ámbito de la explotación, a la superación capitalista de las crisis. El autor deja claro lo que será “una de las tesis fundamentales del libro: la crisis se convierte en la excusa perfecta para que el conjunto de bienes y derechos colectivos pasen del patrimonio de la sociedad a formar parte de los activos de las empresas. Aquí la deuda pública y los programas de ajuste diseñados para gestionarlo serán una de las palancas fundamentales del proceso. La crisis es una gran oportunidad para el capital” (35).

A todo ello, y para completar la foto de “la bestia”, se le añaden las esferas de la economía sumergida o paralela. Destacando desde las actividades delictivas (ilegales) hasta los paraísos fiscales (alegales), pasando por la actividad de ciertas organizaciones no gubernamentales (legales), elementos, todos ellos, lubricantes de la dinámica del sistema.

Este primer capítulo, en el que nos hemos extendido intencionadamente, nos recuerda que “el éxito del capitalismo representa la crisis permanente para la mayoría de la población” (17) algo que parece haberse olvidado después de cinco años de crisis. Más adelante, en el capítulo dedicado a los 30 años de neoliberalismo en el Estado español, Busqueta nos detallará las condiciones de creciente precariedad en las que ya estábamos instalados antes de 2008. Aunque hoy muchos no lo recuerden, el crecimiento y la bonanza económica también era una crisis.

En el segundo capítulo Busqueta establece el marco teórico. Después de repasar brevemente las explicaciones de los ciclos económicos y las crisis de las escuelas ortodoxas partidarias del laissez faire o del intervencionismo keynesiano, presenta las teorías marxistas de la crisis. Esta escuela, a diferencia de las anteriores, considera la incapacidad del capital de reproducirse sin interrupciones, fruto de dinámicas endógenas caracterizadas por las contradicciones del proceso. Estas contradicciones serán expresión fenoménica, según la teoría, del ““gap” de demanda efectiva” (55), de la desproporción entre el sector de bienes de consumo y el sector de bienes de producción (58) y de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (60). El autor, sin entrar en el debate sobre la superioridad de una u otra teoría, señala que estas teorías son mucho más sugerentes para analizar las crisis que las basadas en las causas exógenas, a las que se agarra la corriente ortodoxa.

A continuación, L’hora dels voltors nos ofrece un recorrido histórico a través del capitalismo, desde la gran depresión de 1873-1896 hasta la actual era neoliberal (capítulo 3). Sin ser exhaustivo, Busqueta brinda al lector, en líneas muy generales, una explicación de la evolución del modo de producción, del taylorismo al fordismo y de éste a la globalización; así como, una explicación de las causas de los sucesivos colapsos económicos y de cómo el capital consiguió superar las crisis. Esta retrospectiva permite al autor sentar otra de las premisas fuertes de la obra: los elementos que ayudan al capital a salir de la crisis e iniciar un nuevo proceso de acumulación acostumbran a ser los responsables de la siguiente crisis. Pues, es la crisis y no el bienestar o el progreso lo que define el capitalismo como modelo socio-económico.

En el capítulo cuarto se analizan las causas de la crisis actual, detrás de las que se encuentra la agenda neoliberal que caracterizó la salida de la crisis de los 70. Tras la experimentación del neoliberalismo en Chile después del golpe de estado del dictador Pinochet, serían Reagan y Thatcher, los abanderados de esta doctrina. El neoliberalismo representa un proyecto de clase cuyos ejes son la destrucción del sector público y de las organizaciones obreras, junto con la transformación de la economía hacia la globalización y el auge del sector financiero internacional. Estos elementos explican las contradicciones que dieron paso a la explosión de la crisis en 2007.
Busqueta presta particular atención al caso español, analizando en el capítulo quinto el coincidente proceso de implantación neoliberal con la salida de la dictadura, la incorporación de la economía española al panorama internacional, especialmente en el Espacio Europeo, repasando, desde entonces, los aspectos que sientan las bases para la profundización de la liberalización económica en España, a la vez que analiza las consecuencias de todo ello.

El capítulo sexto se centra en la burbuja inmobiliaria, hecho diferencial y agravante de la crisis en el Estado español, en la fase inmediatamente anterior al colapso. El capítulo séptimo aborda la gestión de la crisis por parte de los gobiernos de diferente signo político. Se destacará una primera fase definida como de “keynesianismo asimétrico” (156), en la que se pretendió salvar los sectores poderosos (construcción, automóvil y banca) con una inyección selectiva de recursos públicos entre 2008 y 2010, y una segunda fase iniciada en mayo de 2010, en la que se instala el paradigma del ajuste. Éste nos ha varado en lo que Busqueta define como “el bucle del endeudamiento” (165). Los efectos negativos de estos programas ya están siendo reconocidos incluso por el FMI. Entonces, ¿cuáles son las razones para dejar a esta “sociedad moribunda presa de los buitres”? (169).

Para responder a esta pregunta, Busqueta dedicará el capítulo octavo a analizar las consecuencias que ha tenido la implantación de dichos programas en otras partes del mundo, como fue el caso de las crisis de deuda externa en Latinoamérica en la década de los 80 y 90 o las crisis financieras del sureste asiático a finales de los 90. Al mismo tiempo, y entrando en la última parte del libro, el autor recoge lo sucedido en países como Ecuador o Islandia. Países en los que gracias a la desobediencia en el pago de la deuda y a un proceso democrático, desde la base, se revirtió la situación de asfixia financiera, desafiando, como antes hicieran Malawi o Malasia, las recomendaciones de los organismos internacionales. El penúltimo capítulo es una reflexión sobre lo que podría ser el capitalismo en el futuro reciente. Según Busqueta, después de verse Europa y EEUU asolados por la crisis, el capitalismo se muestra sin ambages “tal y como es” (187):

“El escenario que el capitalismo nos prepara resulta desolador. Para la mayoría de las personas, la salida de la crisis, tal y como se está planteando, no es una buena noticia. Avanzamos hacia un capitalismo más explotador aún, hacia sociedades más autoritarias. En un mundo en que la lucha por los recursos naturales será crucial, en este conflicto posiblemente la mayoría de la población, así como los equilibrios ecológicos, resultará gravemente afectada por la voracidad de un capitalismo que, ahora sí, y más que nunca, se presentara para todo el mundo, sin maquillaje, tal y como es”.

El escenario que nos presenta es el de un capitalismo con menores niveles de crecimiento y con una parte mayor de la población excluida del trabajo y del bienestar. Después de la anterior fase de sobreacumulación, el problema que se le plantea al capital es la incapacidad de absorber toda esa potencialidad productiva. Hoy, esta capacidad instalada se traduce en niveles de producción imposibles de absorber por una población global cada vez más empobrecida. El capitalismo tiene capacidad para producir mucho más de lo que las condiciones que genera desde un punto de vista social permiten absorber (188).
En otros momentos históricos un conflicto bélico de gran alcance ha jugado un papel importante en la destrucción de la capacidad instalada y la activación económica durante los esfuerzos de guerra y de reconstrucción. Este es el caso de la Segunda Guerra Mundial, que decidió la vía por la que el capitalismo salió de la crisis de los años 30, así como el panorama político y económico internacional posterior. Sin embargo, el autor descarta esta opción, por los complejos equilibrios de la actual geopolítica y por los riesgos de destrucción masiva asociados al armamento moderno, aunque para él “las políticas de ajuste están jugando el papel que en las anteriores crisis se había reservado al conflicto bélico. El cierre de fábricas, el despido de trabajadores, la destrucción de derechos sociales, son la plasmación práctica del mecanismo de destrucción que ha de servir para eliminar de la sociedad el valor sobrante” (190). Nos dirigimos hacia sociedades sin bienestar (192), a un capitalismo sin ambages donde terceras vías no tienen cabida: “la socialdemocracia ha muerto” (193). El autor sentenciará más adelante (200): “Las necesidades del modelo hacen que todo el pastel tenga que consagrarse a la lógica de reproducción del mismo modelo, sin contemplar la esfera del bienestar social.”

En este aspecto, una tendencia a tener en cuenta por el agravante que supone son las consecuencias de la desaparición del estado de bienestar para las mujeres, sobre las que ya recaen las tareas de reproducción de la vida. Lamentablemente, la crisis tiene rostro femenino (193).

Por otro lado, el autor apunta lo que me parece la parte más débil del libro, un cambio de hegemonía geopolítica desde lo que hemos llamado las potencias del centro (EEUU y Europa) hacia las economías emergentes. Esta tendencia se observa a través del desplazamiento de la producción mundial y el crecimiento hacia zonas de Asia meridional y oriental.

Por último (capítulo 10), Busqueta propone reflexionar sobre las alternativas reales y radicales que podemos enfrentar al panorama descrito a lo largo del libro. Lo primero que deja claro, y que le aleja de posicionamientos naifs, es que es consciente que no va a inventar la sopa de ajo y que “hay que ser humildes” (199-200). Partiendo de la negatividad al sistema actual, del reconocimiento de que lo planteado por el sistema capitalista no es satisfactorio y de que es imposible un capitalismo con rostro humano, afirma que hay que construir colectivamente la alternativa. Seguir el camino, más que comenzarlo, diría yo, de las múltiples propuestas existentes en la actualidad y en la historia reciente. Para el autor, hay que ser efectivo en tres ámbitos: el de la crítica (al capitalismo), el de la resistencia (de los derechos colectivos) y el de la construcción (de proyectos que superen los valores y prácticas del capitalismo).

En esta reflexión se diferencian tres categorías, que se acostumbran a confundir: los sujetos, los instrumentos y los procesos de transformación. Para Busqueta, el sujeto (o sujetos) de cambio no se define, únicamente, en función de sus condiciones objetivas sino, también, en función de la subjetividad y la conciencia de clase. En este aspecto el sujeto llamado a ser la clase revolucionaria será definido, muy en la línea del historiador E.P. Thompson, según su capacidad y voluntad de plantear el combate contra la hegemonía.

El proceso de transformación tendrá que incidir necesariamente en todos los ámbitos de la sociedad. Cita Busqueta a David Harvey, quien a partir de sus trabajos sobre El capital de Marx, determina seis elementos que serían fundamentales para el funcionamiento de la sociedad y, por tanto, en los que sería importante actuar: la relación con la naturaleza, la tecnología, el modo de producción, las relaciones sociales, la reproducción de la vida cotidiana y la concepción del mundo. “No conseguiremos transformar la sociedad si sólo queremos actuar en un ámbito concreto” (205). Para todo ello nos valdremos de instrumentos que ya están siendo utilizados por diversos movimientos sociales como pueden ser las cooperativas, modelos de consumo de proximidad, prácticas asamblearias, candidaturas municipales, etc.
Busqueta añade la necesidad de una “brújula” para saber que coordenadas necesitamos en ese camino transformador y establece cinco características que serán imprescindibles (206-207): un sistema de propiedad colectiva, un régimen de producción comunitario, un sistema de distribución equitativo, una gestión horizontal del poder y que el sistema de valores y afectos proponga y potencie el bien común.
Aunque reconoce que no es deseable definir a priori un modelo de sociedad alternativa, L’hora dels voltors acaba sugiriendo alguna línea de modelo económico democrático y autocentrado (208-214). Esta alternativa económica deberá centrarse en “la satisfacción de las necesidades materiales de la población en el marco de un modelo productivo viable ecológicamente”, bajo “control público de los medios de producción”, con un sistema de toma de decisiones “radicalmente democrático” y con el mayor nivel de descentralización posible según el tipo de actividad. En definitiva, la jerarquía de valores que se defiende situaría “la justicia por delante del crecimiento, la eficacia y la eficiencia”, potenciando la proximidad, la demanda interna, subordinando a ella la competitividad y la vinculación con el intercambio exterior. Indudablemente, el sector financiero, de reconocida importancia, debería estar bajo control público.

La propuesta se podría resumir en la exploración de una sociedad, a diferencia de la capitalista, que recupere el sentido de la colectividad frente al individualismo imperante, “más fundamentada en los valores de uso que en los valores de cambio” (215).

Esta obra está pensada para un lector novel, más o menos indignado u organizado, más o menos activo en la construcción de alternativas, pero que tiene necesidad de entender cómo funciona nuestra sociedad. El lector más avanzado gozará de un volumen en el que se recogen los grandes temas y debates del capitalismo reciente.

La gran propuesta del libro es que partiendo de una voluntad de difundir una visión crítica con el orden establecido, valiéndose de la imprescindible perspectiva histórica, con un buen andamiaje teórico, observa la evolución del capitalismo hasta la crisis actual. La explicación de la crisis parte de estos elementos y permite comprender qué pasa y por qué pasa. Huyendo de la erudición, todo ello sirve para la acción política. Es un libro que se puede arrojar cuál arma contra los poderosos.

Font: Revista de Economía Crítica, no15, primer semestre 2013, ISNN 2013-5254 p. 293-301

Versió en català: Economia cítrica

Agradezco a Aurèlia Mañé la revisión y comentarios hechos al borrador inicial.

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