“El cierre del espacio aéreo me cogió fuera de casa, esperando regresar pronto en un vuelo corto. Por el contrario, tardé un día entero en volver en tren y suerte que tuve billetes. Lo digo para que no parezca que hablo desde la barrera.
Los controladores aéreos no es el grupo de trabajadores por los que siento más simpatía. Personas que ganan 200.000 euros al año están fuera de mi órbita, no sólo personal sino de mi preocupación por los asuntos colectivos. Que son un grupo enormemente privilegiado, nadie puede dudarlo. Disponen, además, de una gran posibilidad de monopolio y una enorme capacidad de incidencia en el bienestar de todos los demás, como todos los trabajadores del transporte colectivo. Pero no me parece que la histeria generada ante su ‘huelga’ es la reacción más adecuada. Por ello me animo a hacer algunos comentarios:
Sus privilegios no hacen intolerable que este colectivo de trabajadores luche por sus derechos. Aunque no del mismo nivel, desde luego, hay muchos otros grupos de trabajadores públicos que se consideran privilegiados –profesores de universidad (entre los que me cuento), jueces, altos cargos de empresas y de la administración pública y otros- y creo que tienen sus derechos y deberían defenderlos, mientras no cambien otras cosas que conduzcan a un mayor igualitarismo en la sociedad. Por eso no me parece mal que estos empleados privilegiados defiendan sus derechos, que, además, están siendo atacados muy intensamente. Todavía no hace mucho, estos profesionales ganaban 350.000 euros al año, y ahora ganan 200.000 (aunque da vergüenza escribir estas cifras). Todavía es una barbaridad, pero es normal que luchen contra esta rebaja. Trabajaban 1.200 horas anuales y han pasado a trabajar 1.670 y, lo que parece que ha desatado su furia, es que recientemente el Gobierno ha pasado un decreto por el que los días de baja no se computarán como parte de la jornada de trabajo. Cuando en todos los empleos la baja se computa como parte de la jornada laboral.
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